'Amadeus', imágenes de un espectáculo visual
Amadeus, de Milos Forman, ha sido, finalmente, la acaparadora de los oscars de este año, aunque fueron numerosas las apuestas a favor de Pasaje a la India, de David Lean. Quizá porque Gandhi fue en su momento el filme del éxito en el mismo sentido, no ha querido insistir Hollywood en destacar una crónica del mundo hindú, muy especialmente cuando, como en la película de Lean, la sociedad colonialista es duramente criticada, tanto globalmente como por la absurda actitud individual de muchos colonizadores. Puede que no fuera éste el momento de sensibilizar a los votantes de la Academia sobre la injusticia que padece un país mítico en el que se produce este tipo de historias de gran calidad. Y así, Hollywood ha optado por un relato que es un festival de imágenes.
Amadeus es, en cualquier caso y como se ha venido diciendo desde su estreno, una espléndida película en la que el espectáculo visual, la calidad del sonido y la sensibilidad de sus principales intérpretes no son coartadas para evitar una reflexión que trasciende la época e Mozart para conectar con nuestros días. Al margen de los elementos que recogen algunos aspectos de la biografía del músico, Amadeus se abre a una exposición del enfrentamiento entre talento y genio, entre la sumisión a las disposiciones legales de cada época y una actitud más libre, casi irreverente.Se ha hablado, quizá en dema sía, sobre la posible insinuación del filme acerca de la capacidad asesina de Antonio Salieri, el músico de la Corte, envidioso de la fresca inspiración de Mozart. Con tal ambigüedad jugó el texto teatral de Peter Shaffer en que el filme se inspira que también ha sido heredada por la película. Pero no sería éste el núcleo del filme. El propio director, Milos Forman, lo señaló en las entrevistas concedidas durante su intenso periplo europeo para lanzar comercialmente el filme: "Hemos cambiado aspectos de las vidas de Mozart y Salieri porque no era eso lo que nos preocupaba. Ya sé que hay en la película algunas licencias dramáticas, como la de que, contándose la historia desde el punto de vista de Salieri, aparezcan momentos en los que él no intervino y que, por tanto, no pudo conocer. Entendimos que el público aceptaría esas modificaciones de buen grado...".
Sin duda, así ha sido. Amadeus se está transformando en el filme más comercial de la temporada. El presupuesto lateral que la productora ha invertido en su promoción debe ser tan alto como el que se precisa para filmar íntegramente una producción europea, y más aún española, las más baratas del continente. En ese aspecto, resulta curioso que Milos Forman tuviera que soportar la dura tarea de numerosas entrevistas diarias en diversos países europeos como si de un principiante se tratara. La frecuencia con la que actualmente famosas figuras de Hollywood deben, por contrato, hacer tal trabajo da idea de que la promoción es parte sustancial del éxito de una película. Los ocho oscars de la Academia apoyan, pues, ese es
fuerzo económico, y amplían un eco que sin estos premios quizá el filme no tuviera.
Márgenes del cine
Amadeus podría haber quedado reducida a los estrechos márgenes del cine minoritario. La biografía desmelodramatizada de un músico, la profusión de conciertos o re presentaciones teatrales que ello implica, y que el conflicto central sea el de la competencia sorda entre melómanos están lejos de los esquemas habituales del actual cine comercial estadounidense. Comedietas adolescentes o filmes de aventuras marcan la producción media del cine de Hollywnod. Amadeus, como Pasaje a la India o Los gritos del silencio, aunque esta última en menor medida, han sido las encargadas de romper este año la mecánica de producción en serie que con tanto descuido practican ahora los estudios anglosajones. No ha habido, pues, sorpresa con los ocho oscars de Amadeus, habida cuenta de las 11 candidaturas con que se presentaba. Sólo la calidad del filme supone una virtud en este cine que con tanto bombo se autopremia cada año.
