Thatcher responde a las críticas de los obispos anglicanos por el continuo aumento del paro
La primera ministra británica, Margaret Thatcher, ha calificado a los obispos que critican al Gobierno por el alto nivel de paro de "cuclillos de primavera", y ha defendido el derecho a ganar dinero y a obtener beneficios. En un combativo discurso pronunciado en Newcastle, en una reunión del Partido Conservador, Thatcher defendió la libre empresa y la política económica de su Gobierno y aprovechó para responder a las críticas que varios obispos anglicanos han realizado contra la Administración conservadora por el continuo incremento del desempleo.
LondresLa jefa del Gobierno manifestó que parecía existir una tendencia "consistente en denigrar a los creadores de riqueza, una tendencia que se nota más acusadamente en los claustros". "Lo que estos críticos no pueden digerir es que los que crean riqueza se hagan a su vez ricos en el proceso de crear bienestar para los demás", añadió.Y por si su alusión a la jerarquía de la Iglesia del Reino Unido no hubiera quedado lo suficientemente clara, la primera ministra la remachó con esta comparación ornitológico-eclesiástica: "Recientemente se han escuchado en el país las voces de algunos reverendos y muy reverendos prelados. No tengo ninguna objeción que hacer, porque, después de todo, estamos en primavera, y la primavera no sería completa sin que de cuando en cuando se escuchara el canto de algún que otro cuclillo".
Precisamente, el obispo-cuclillo más crítico del Gobierno, el doctor David Jenkins, titular de la diócesis de Durham, toma hoy posesión de su escaño en la Cámara de los Lores, y, según ha denunciado un diputado laborista, ha recibido sugerencias de fuentes cercanas al arzobispo de Westminster para que trate de evitar toda controversia en su discurso de inauguración.
La universidad de Oxford y todo lo que su elite representa mereció también la atención de la primera ministra, que no olvida el reciente desaire de su- antigua universidad al negarle la concesión del doctorado honoris causa.
Para la señora Thatcher, algunas de las mejores empresas del Reino Unido habían sido fundadas por gente que "no tenía un acento de Oxford y que carecía de lo que algunos llaman las conexiones especiales". "Sin embargo", añadió, "tenían algo en común: eran todos hombres de acción". Quizá al hacer esta descripción, la señora Thatcher estaba pensando en ella misma, hija de un modesto tendero de ultramarinos.
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