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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los pecados de la clase obrera argentina

Soy lectora asidua de su prestigioso diario, ya que, viviendo en Alemania, es para mí un medio casi imprescindible de mantenerme informada de lo que sucede en América Latina, labor que ustedes cumplen con eficacia. Vuestro corresponsal en Buenos Aires ha escrito recientemente un artículo sobre la renuncia de Isabel Perón a la conducción del movimiento peronista, que, como otros artículos del citado periodista, informa con bastante precisión sobre los complejos avatares de la política en Argentina (mi país), y especialmente sobre los sucesos ocurridos recientemente dentro del peronismo. Pero, si bien el artículo explica ciertos hechos con claridad y relativa sobriedad (a pesar de su marcado antiperonismo), el señor Martín Prieto finaliza su nota con una frase reveladora, que en un periódico progresista está absolutamente fuera de lugar. Me refiero a la frase: "Algo es seguro: por muchos que sean sus pecados, la clase obrera argentina no merece estos dirigentes". Me pregunto, en primer lugar, cuáles, a juicio del señor Prieto, pueden ser "los pecados", no ya de la clase obrera argentina, sino de las clases obreras de cualquier país.En segundo término, creo que aplicar el criterio y la fraseología confesional de la noción de pecado a una clase es algo totalmente equivocado y absurdo. Por otra parte, el señor Prieto debe estar al tanto de que esa clase obrera argentina, que según los informes que se obtuvieron del nefasto período de la dictadura militar ha sido la más vapuleada, escarnecida y atrozmente reprimida de todas las clases sociales en Argentina, no puede, bajo ningún concepto, haber cometido otro pecado que tratar de sobrevivir.

La ideología se filtra a veces de un modo sutil, y otras de manera estridente. Pero que un periodista, que tiene cuando menos el deber de la mesura, finalice con esa moraleja teñida de paternalismo un artículo pretendidamente serio y ecuánime me parece una falta de mesura total, que no coincide ni con la responsabilidad de informar sin deformar, propia de un corresponsal, ni con la línea de avanzada que vuestro periódico mantiene.-Ana Godel.

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