Dos grandes solistas para Brahms

Espléndida actuación la de Gerard y Lluís Claret en el doble concierto de Brahms programado por la Sinfónica de RTVE. Todavía en 1973, y aun matizándolas, las dudas sobre el Doble concierto para violín y violonchelo, op. 102, son mantenidas por Hans Neunzing. Proceden de la dificultad de la partitura, que rara vez se escucha con perfección y de la comparación con la cuarta sinfonía, dos años anterior. En fin -o en principio-, que el mismo autor dudase fue probablemente el origen de todo.La verdad es que con dos solistas de la talla de los hermanos Claret es difícil resistirse a la altísima belleza de unos pentagramas que lo se rinden, ni un compás, ante el halago fácil.

Admiración

En los Claret no se sabe qué admirar en mayor grado: su perfección técnica, su seguridad de concepto, su capacidad para crear bello sonido o su potencia comunicativa. Sucede que el tercer solista -esto es, la orquesta- se amolda con dificultad al flexible y virtuosístico discurso del violín y chelo; tal y como sucedió ahora, a pesar de una buena labor general -Salvador Más es músico serio y sensible-, la Sinfónica de RTVE quedó por debajo de los soberbios concertistas catalanes. Las ovaciones fueron muy largas y el entusiasmo de la audiencia no conoció tasa ni límite.

Buena traducción la hecha por Más de la Primera sinfonía de Schumann: construcción firme, lírico cantar y claridad de textura palidecieron un tanto por cierta blandura de gesto. Igualmente conseguida la Pastoral de Juli Garreta, un compositor bien atractivo sin necesidad de hinchazón en el elogio. Más frecuente entre nosotros la sardana orquestal que la Pastoral interpretada ahora, en ambas páginas luce con fuerza la personalidad natural del músico de San Feliu de Guixols, su aura mediterránea y su acento popular, tan admirados por Casais o Toldrá, Mompou, Josep Pla o el mismísimo Stravinski.