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Crítica:ÓPERA /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una anticipación italiana de la obra de arte total

En el XVII Festival de ópera (.1980) figuró Macbeth en una versión que pudimos calificar de "honorable"; ahora los niveles han subido.mucho, y el Macbeth de anteayer merece los aplausos recibidos y algunos más. Esperábamos con interés la dirección musical de Edmon Colomer, hombre que no trabaja nunca a la ligera ni se detiene en la superficialidad de las cosas. Así lo de mostró a través de una concep ción verdiana de gran densidad lírica y fuerte impostación -dramática.Macbeth es el primer encuentro de Verdi con Shakespeare y su envergadura y auténtica maestría, con visos de anticipación, se ha impuesto en nuestro tiempo gracias en buena parte al impulso de los grandes directo res. Si al final de su existencia Verdi corona su obra y la historia de la operatización de Shake spea re con Falstaff y Otello, ya en Macbeth (de 1847 en la primera versión de Florencia y de 1865 en la redacción de París) el compo sitor de Parma rompe con mu chos convencionalismos e interioriza su música hasta. cala muy hondo en la compleja psico logía de los personajes.

Temporada oficial de ópera

Macbeth, de Piave, sobre Shakespeare. Música de Verdi. Principales intérpretes: Silvano Carrolli (Macbeth), Nicola Ghiuselev (Banquo), Ghena, Dimitrova (Lady Macbeth), Luis Lima (Macduff). Figurines: Pedro Moreno. Escenarios: Julio Galán. Iluminación: J. L. Rodríguez. Coro: José Perera. Orquesta Sinfónica del Teatro. Dirección musical: Edmon Colomer.Dirección escénica: José Carlos Plaza. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 6 de marzo.

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A partir de conceptos casi expresionistas, la partitura se dina miza y la orquesta enriquece su movilidad tímbrica. Verdi hace algo más que cantar, pintar, describir o accionar. Para Mila, la obra de arte total aparece apuntada con firmes trazos en Macbeth; no menos el futuro hablado-can tado, que en Verdi cobra significación de palabra escénica. Galdós, no especialmente entusiasta del Mácbeth verdiano, debe reconocer que "en él se advierte la agitación y el movimiento que caracterizan el drama".

"Todo debe decir algo"

Verdi, entusiasmado con el encuentro con Shakespeare que deseaba pero que no quería resolver con la prisa, de los años de galera, recomendaba al libretista Piave: "Brevedad y sublimidad; no debe haber palabra inútil: todo debe decir algo". De ahí que vuelva a la partitura ideológicamente planteada en 1847, resuelta, tal y como hoy la conocemos, bastantes años más tarde gracias a rectificaciones y adiciones de extraordinaria importancia.Las dificultades de todo orden que encierra una buena interpretación de Macbeth son conocidas, y es preciso decir que Carrolli hizo una creación trascendente de la figura central porque totalizó con gran categoría los valores aunados por Verdi: al cantar con extraordinaria brillantez hizo estupendo teatro hasta lograr el triunfo de la vocalitá y el de la dramaticidad a lo largo de un continuo e inagotable poder incisivo. Con él, la búlgara Ghema Dimitrova se comportó en sinuosa trágica, espléndida de medios e intensidad expresiva.

Otra gran figura, el bajo también búlgaro Nicola Ghiuselev, volvió a encantar con su precioso decir, su timbre y su frasco envolventes. De buena gana habríamos modificado el argumen to para que Ghiuselev siguiera en escena durante más tiempo. Legítimo triunfo el del tenor argen tino Luis Lima, que cantó con belleza y gallardía su última aria. Dejamos aparte la escena del sonambulismo porque en ella no sólo mostró su arte grande y refinado la Dimitrova; Colomer consiguió de la orquesta una matización precisa para uno de los pasajes de mayor originalidad por la nueva valoración tímbrica de toda la ópera.

María Uriz (dama), José Ruiz (Malcolm) y el resto sirvieron la tónica de la representación, uno de cuyos puntos más interesantes, por la dificultad de solucionarlo al gusto de hoy, me pareció inteligentemente conseguido. Me refiero a la escena de las brujas. Y es que el gran mérito de este Maebeth es el de reducir a magnífica unidad los diversos valores, fundamentales y secundarios, de la partitura y el texto; podría decirse que determinarlos desde el pensamiento musical.

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