Importantes fábricas de cerveza alemanas, acusadas de usar productos químicos prohibidos
Un reportaje que publica hoy jueves la revista alemana Stern pone en tela de juicio una de las vacas sagradas de la República Federal de Alemania, la pureza de la cerveza. En 40 fábricas de cerveza, algunas de las más importantes de la RFA, se emplearon sustancias químicas prohibidas para producir la bebida de la que los alemanes consumen 148,5 litros per cápita al año. La revista publica también los análisis de 15 cervezas extranjeras y los resultados son todavía más escandalosos: en 13 de ellas se empleó maíz y arroz en vez de cebada, y en otras seis formaldehído, sustancia que puede ser cancerígena.
Las disposiciones sobre la pureza de la cerveza alemana datan de 1526 y disponen que para su elaboración sólo puede emplearse agua, cebada y lúpulo. El proceso de fabricación es largo y las materias primas costosas, pero aquél se puede acortar por medio del empleo de sustancias químicas que están prohibidas. En la RFA la "pureza de la cerveza" es un tema tabú. Los cerveceros presionan continuamente a los políticos para que no cedan ante los otros países comunitarios europeos, que consideran las duras disposiciones de pureza de la RFA como una medida proteccionista frente a la competencia las cervezas extranjeras más baratas.Stern recuerda que en 1919, cuando Baviera se unió al Reich alemán, puso tres condiciones: mantener la condición de "Estado libre", conservar la nunciatura apostólica e imponer en todo el Reich alemán las normas de "pureza de la cerveza". Tras el informe que publica hoy Stern, esta pureza ha quedado en entredicho.
Un catedrático de Baviera, Helmut Kieneninger, de 59 años, que trabajaba en la cátedra de Tecnología Cervecera, se encontraba al frente de una "estación para la investigación y asesoramiento de la técnica cervera", desde donde suministraba a las fábricas de cerveza las sustancias químicas prohibidas: monobromo ácido acético, ácido benzoico, ácido fosfórico y alginatos.
Estos productos se emplean para eliminar bacterias de ácido láctico, que surgen cuando se emplea lúpulo de mala calidad, y sirven también para producir espuma o acelerar el proceso de maduración. Los envíos del profesor se realizaban personalmente a alguno de los.directivos de las fábricas de cervezas.
Según Stern, un kilo de monobromo ácido acético basta para tratar 10.000 hectolitros, dos mi-llones de botellas de cerveza. Según las facturas, entre 1979 y 1984 importantes fábricas de cerveza de la RFA compraron entre uno y seis kilos de la sustancia, que se empleó también en los gases de guerra de la Primera Guerra Mundial.
Las cerveceras niegan haber usado esos productos. La Henninger de Franckort declaró que el kilo comprado todavía está casi íntegro y sólo falta una parte empleada para experimentos en el laboratorio. La célebre Hofbrauhaus de Munich negó haber comprado la sustancia, aunque los datos de Stern dicen que recibió un kilo en 1979.
En un comunicado de la revista, difundido ayer, se dice que un cervecero ofreció 50.000 marcos (2,75 millones de pesetas) a los periodistas si guardaban silencio sobre el tema. La fiscalía de Munich ha abierto un sumario contra el profesor Kieninger.
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