_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cita en Montevideo

CON MOTIVO de la toma de posesión del nuevo presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, Montevideo se ha convertido durante dos días en un centro de vital importancia para las relaciones internacionales. En un ambiente de alegría por la reconquista de la democracia en Uruguay, el tema político que se ha colocado en el centro de todas las discusiones ha sido el de Nicaragua. Al parecer, ello ha sorprendido y disgustado al secretario de Estado norteamericano, George Shultz. Pero era previsible, sobre todo después de las declaraciones del presidente Ronald Reagan proclamando su apoyo a las acciones armadas de los contra y el deseo de EE UU de lograr de esa manera el desplazamiento del Gobierno de Nicaragua. En todo caso, no cabe duda que las gestiones de Felipe González, junto con las del presidente de Colombia, Belisario Betancur, y las del propio presidente uruguayo, han dado un resultado positivo. Daniel Ortega y George Shultz se han encontrado y han celebrado una conversación, cosa que no ocurría desde hace mucho tiempo. Aunque este último ha dicho que el encuentro no había aportado nada nuevo, el hecho de la reunión norteamericano-nicaragüense es en sí positivo. Parece como si la actitud negativa del secretario de Estado reflejase sobre todo las instrucciones que traía de Washington. Pero no es fácil que la Administración Reagan pueda seguir desconociendo los hechos nuevos que han tenido lugar, y que crean condiciones mejores para una solución pacífica y para la reanudación de los trabajos del Grupo de Contadora.En primer lugar, están las decisiones unilaterales del Gobierno sandinista de interrumpir la adquisición de armas y de iniciar la retirada de consejeros militares cubanos. Si se recuerda el escándalo que se armó en Washington el pasado mes de noviembre en tomo a la supuesta adquisición por Nicaragua de aviones soviéticos Mig 21, resulta a todas luces incongruente que ahora EE UU considere carente de valor la declaración por el Gobierno de Managua de que cesa la adquisición de nuevos armamentos. Es una actitud demasiado contradictoria para que pueda ser mantenida ante la opinión pública internacional. Por otro lado, Nicaragua ha decidido, con evidente buen sentido, poner fin al incidente con Costa Rica poniendo en libertad al joven Manuel Urbina, detenido cerca de la Embajada costarricense de Managua. Se levanta con ello el obstáculo que impidió -al menos en términos formales- que se celebrase la reunión prevista en Panamá, el mes pasado, del Grupo de Contadora con los representantes de los Gobiernos centroamericanos.

Por otro lado, después de las conversaciones de Montevideo y del ambiente que rodeó a las diversas delegaciones, EE UU no puede ignorar un hecho que debe ser preocupante para él: en la medida en que adopta con respecto a Nicaragua un lenguaje más duro, provoca una mayor simpatía en defensa del derecho de un pequeño país de resolver sus propios problemas. Es una actitud muy arraigada en la historia de Latinoamérica, y con raíces que tienen poco que ver con el comunismo, anteriores incluso a la existencia de la Unión Soviética. Al mismo tiempo, numerosos dirigentes de diversos países han valorado positivamente los gestos recientes del Gobierno sandinista. Felipe González ha afirmado que "deben tomarse como un gesto de buena voluntad que puede dar paso a una nueva dinámica, tanto en Contadora como en la relación con EE UU"; el Gobierno francés ha hecho una declaración en la que considera que las decisiones de Managua "constituyen gestos positivos que van en el sentido de la distensión". La opinión norteamericana no puede ser insensible. En su editorial de ayer, The New York Times destaca el coste para EE UU de la intransigencia de Reagan, a la vista de las posiciones europeas; lo mismo ocurre -agrega- "con el resentimiento de los demócratas latinoamericanos que apoyan el compromiso de Contadora, que Reagan rechaza". En realidad, el aspecto político más notable que han tenido los numerosos encuentros celebrados en Montevideo los días pasados ha sido el amplio respaldo, desde posiciones políticas muy distanciadas, a las gestiones de Contadora.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_