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Perú ante un histórico reto electoral

La previsible victoria de la APRA en abril, prueba de fuego para la democracia peruana

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIAL, La Alianza Popular para la Revolución Americana (APRA), uno de los partidos más antiguos de Perú, tendrá tras las próximas elecciones cuya primera vuelta se celebrará el próximo día 14 de abril, la primera oportunidad de dirigir el país, según los resultados de las encuestas, que le conceden cerca de un 50% de los votos y más de 20 puntos de ventaja sobre sus rivales. Para Perú, esa posibilidad constituye un auténtico reto histórico, y para el sistema democrático vigente en este país, una auténtica prueba de fuego.

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La APRA fue creada a finales de los años veinte por uno de los más destacados integrantes de la saga de caudillos latinoamericanos, Víctor Raúl Haya de la Torre, como un movimiento antiimperialista que preconizaba la integración económica y política del continente. Ha concentrado siempre la hostilidad de la oligarquía peruana y de las fuerzas armadas, que nunca le permitieron acceder al poder.Para los actuales dirigentes de E la APRA eso es historia pasada. La imagen del partido ha cambiado notablemente con un hombre de 35 años, Alan García, que ha orientado su política por derroteros socialdemócratas y que tiene confianza en que los militares sabrán aceptar la voluntad del pueblo.

El partido mantiene, no obstante, una indefinición ideológica que lo acerca al peronismo argentino y al Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano.

Un buen cóctel

"A nosotros nos asignan que vamos a copiar el modelo del PRI, que somos fascistas, que somos marxistas, que somos anarquistas. La APRA es como un buen cóctel, que no tiene que tener sabor a nada, sino a su propia mezcla. Un cóctel que sabe a pisco, a limón o azúcar no es un pisco sour [bebida tradicional peruana]. Hay que fundir las cosas de manera que sean una nueva unidad".Así define la ideología del partido Luis Alberto Sánchez, quien, con sus 84 años, se ha convertido en la historia viva de la APRA. Ahora., por primera vez, tiene al alcance de sus manos la posibilidad de gobernar el país desde el cargo de vicepresidente primero, al que opta como candidato en la lista encabezada por Alan García.

Luis Alberto Sánchez reconoce: "Yo, personalmente, no entiendo de izquierdas o derechas; yo creo que uno está con los explotados y contra los explotadores. Si eso es izquierda o derecha, no me interesa". Y añade: "A la palabra oficialista la tengo una gran desconfianza porque he visto socialismos, como el de Salvador Allende [ex presidente chileno, derrocado por el general Augusto Pinochet], caer en manos del comunismo completamente".

El dirigente aprista no abomina del nacional socialismo y admite que ésa fue una de las fuentes ideológicas de las que bebió Haya de la Torre para fundar la APRA, como también lo hizo del comunismo surgido en Europa tras la victoria de la revolución rusa.

El resultado fue un partido muy nacionalista, con una militancia muy fiel y una actitud sectaria que provocaba reacciones extremas: o seguimiento ciego u odio visceral.

Clanes y tendencias

Políticamente ha sufrido grandes oscilaciones, desde un revolucionansmo a, ultranza, hasta su alianza a mitad de este siglo con el partido derechista del dictador Manuel Arturo Odría. Las fuerzas armadas lo excluyeron de nuevo cuando en 1968 el general Velasco Alvarado tomó el poder y se lanzó por la vía del humanismo revolucionario. Los dirigentes apristas fue ron perseguidos, detenidos o ex pulsados del país. Socialmente se ha disputado los seguidores con la izquierda marxista entre los sectores humildes.Las características internas del partido, que tradicionalmente ha contado con escuadrones de choque, los búfalos, para proteger a sus líderes y vengar algunas ofensas, lo han hecho proclive a la formación de tendencias y clanes que han llegado a amenazar su supervivencia.

La campaña electoral de la APRA para las elecciones de 1980 estuvo dirigida por un hombre, Carlos Langberg, que pocos meses después fue detenido en Acapulco bajo la acusación de ser un capo del tráfico de cocaína. En esa época, Langberg dirigía con sus millones el partido, pagó la estancia de Haya de la Torre en un hospital de Estados Unidos y situó a sus hombres en puestos clave, uno de los cuales, Jorge Idiáquez, fue detenido junto a él en la mencionada ciudad mexicana.

La aparición en escena de Alan García fue fruto del profundo trauma que esos hechos supusieron para la APRA, cuya desaparición fue incluso anunciada por varios comentaristas políticos.

Luis Alberto Sánchez fue uno de los pocos dirigentes del partido que se mantuvo al margen de la campaña de 1980, por lo que adquirió después la autoridad para designar a la persona que debería ser líder.

Sánchez conoció a Alan García en Madrid a principios de la década de los setenta, cuando el hoy aspirante a la presidencia realizaba el doctorado de Derecho en la universidad Complutense bajo la dirección de Manuel Fraga.

García llevaba entonces pelo largo y barba, vestía pantalones vaqueros gastados y tenía aún cerca su experiencia de haber participado con los búfalos en peleas universitarias contra militantes del Partido Popular Cristiano.

Cambio de imagen

Luis Alberto Sánchez es el único dirigente político peruano vivo que puede comparar a Haya de la Torre y Alan García con la misma edad. "Se parecen en la absoluta dedicación al partido. Quizá la diferencia es que Alan tiene familia y Víctor no la tuvo".El veterano dirigente aprista deja flotando los rumores sobre la presunta homosexualidad de Haya de la Torre, que le rodearon hasta su muerte, en 1979. "No todos los días se encuentra uno un Haya de la Torre, un Rómulo Betancourt o, probablemente, un Felipe González. Nosotros hemos encontrado un sustituto eficaz", afirma Luis Alberto Sánchez.

Desde que en 1982 fue elegido secretario general del partido, Alan García se ha esforzado por cambiar la imagen externa de su partido, al que insiste en presentar como "el partido de todos los peruanos", consigna central de su campaña presidencial. Su juventud despierta las esperanzas de un pueblo que siempre ha sido mucho más receptivo a los sueños que a la política racional.

Si se confirman los pronósticos en las elecciones del próximo mes de abril, Alan García recibirá un país al borde de la explosión social. Su oferta es la honestidad y un programa de reformas al estilo de otros dirigentes socialdemócratas latinoamericanos.

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