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Perú, una democracia en estado de letargo

Empobrecimiento imparable y elecciones a la vista con temor a la intentona militar

Antonio Caño

En la calle Camana, en pleno centro de Lima, filas de hombres y mujeres se abalanzan fisicamente sobre los automóviles, calculadora en mano, para ofrecer un cambio de dólares a precio ventajoso. Son parte de una auténtica legión de campesinos emigrados, trabajadores sin empleo, jóvenes desocupados que cada mañana caen sobre la capital en busca de una limosna, unos soles por limpiar el parabrisas o una cartera distraída a un turista.

Dos de cada tres de los seis millones de habitantes de Lima sobreviven gracias -directa o indirectamente- a las actividades informales, una economía subterránea que ha crecido desmesuradamente y que abarca hoy desde grandes comercios hasta puestos de fruta callejeros, según el estudio hecho por el economista Hernando Soto.El 62% de los peruanos sufre desnutrición, la clase media es prácticamente inexistente, y sólo un 10% de la población dispone de ingresos suficientes como para llevar una vida sin graves limitaciones.

Perú tiene que hacer frente a una deuda externa de 13.500 millones de dólares. Si el Gobierno decidiese pagar simplemente los intereses que esa cantidad supone en un año tendría que dedicar a ello aproximadamente el 75% de sus exportaciones, con lo que estaría obligado a renunciar a todos los proyectos sociales. Cada año tiene que destinar, además, entre 300 y 400 millones de dólares a la importación de alimentos, entre ellos patatas, de las que Perú era un productor tradicional.

En estas condiciones, el país se dispone a cumplir una etapa histórica. Por primera vez en más de 40 años, un presidente civil entregará el próximo mes de julio el poder a otro régimen civil surgido de unas elecciones democráticas sin que haya mediado ningún gobierno de facto. Con toda probabilidad, el partido Acción Popular, del presidente Fernando Belaúnde Terry, será borrado del mapa en las elecciones del próximo 14 de abril y sustituido, también muy probablemente, por el candidato de la Alianza para la Revolución Americana (APRA), Alan García, un hombre de 35 años, de quien los peruanos no saben nada pero lo esperan todo.

En el debe de Belaúnde hay que situar la catástrofe económica que sufre el país y su incapacidad para atajar el crecimiento del terrorismo de Sendero Luminoso. En su haber, el mantenimiento de un sistema democrático respetuoso de las libertades públicas, con excepción de las tres regiones puestas bajo estado de emergencia para combatir el terrorismo. Aunque se trate de una democracia inerte, incapaz de hacer frente a los problemas del país: "Belaúnde ha sido un calzonazos, ha sido la mayor decepción sufrida por este país en muchos años", comenta un periodista de uno de los pocos medios peruanos que ha utilizado la libertad de prensa para elevar la calidad de la información.

Belaúnde llegó al poder en 1980 como la evidencia más palpable del triunfó del poder civil sobre el militar. Después de 12 años de lo que se denominó un régimen de "humanismo revolucionario" o "la vía peruana hacia el socialismo", que dejó al país con más deudas y menos producción, las fuerzas armadas devolvieron el poder al mismo hombre, al que se lo habían arrebatado.

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Expectación defraudada

El actual presidente peruano fue recibido con grandes expectativas. Sin embargo, llevando al extremo su teoría de que "gobernar es construir", se olvidó -sin duda influido por su condición de arquitecto- de lo primero, para lanzarse a una enloquecida carrera por edificar viviendas y trazar carreteras, alguna de las cuales quizá no se acabarán jamás por falta de presupuesto.Perú está rozando la categoría de insolvente a juicio de la banca internacional. No puede hacer frente a los compromisos contraídos con el Fondo Monetario Internacional y, sin duda, no podrá cumplir con el pago de 1.050 millones de dólares que se le exige para el año en curso. El APRA y la izquierda piden una refinanciación de la deuda externa y una moratoria en el pago de tres a cinco años. El futuro tampoco es muy optimista. "El campo, donde trabaja el 40% de la población, aunque sólo produce el 9% del producto interior bruto, está descapitalizado", asegura Felipe Ortiz de Zeballos, editor de la revista Perú Económico. Los agricultores, huyendo del hambre, se refugian en los suburbios de las ciudades.

"El futuro es muy malo, ha habido una caída del nivel de vida, tal que esto es un caldo de cultivo para la insurrección y todas las teorías extremistas", considera el escritor Mario Vargas Llosa. En Perú se registran 5.000 muertos en circunstancias violentas al año, muchos de ellos víctimas de la delincuencia común. "El peligro está en muchos jóvenes que, no viendo ninguna solución a estos problemas, buscan con su natural generosidad una salida hasta violenta", opina el obispo Luciano Metzinger.

Centrados en ofrecer medidas contra el hambre, los temas de la violencia y las violaciones de los derechos humanos sólo ocupan un lugar secundario en las preocupaciones expuestas por los partidos políticos en esta campaña electoral. Sin embargo, Sendero Luminoso consolida su implantación en Ayacucho, y las fuerzas armadas disponen de carta blanca para hacerle frente a la argentina, con desaparecidos (entre dos centenares y un millar, según distintas fuentes), torturas y detenciones masivas. El Gobierno de Belaúnde ha perdido totalmente el control sobre el Ejército en las zonas de lucha antiterrorista, y es dificil que el APRA, tradicionalmente enfrentado a. las fuerzas armadas, lo pueda recuperar sin asumir un serio riesgo de golpe de Estado.

"Hay derechos humanos violados. Puede ser que entre las denuncias de Amnistía Internacional haya muchas que no sean exactas; es muy posible, hasta probable; pero, con todo, hay muchos casos reales de violación de derechos humanos, casos comprobados, y me Parece que esto necesita un reacción", denuncia el obispo Metzinger.

"Nunca se debe utilizar para vencer la violencia la tortura, la desaparición de personas. Hay que actuar dentro de la ley", añadió.

Vargas Llosa explica esto por el hecho de que "nosotros no somos una democracia consolidada, sino un país donde hay un sistema político democrático, pero en el que la sociedad no es democrática". "Nuestras instituciones", añade, "no son democráticas, el Ejército no es democrático, el poder judicial no es democrático, los partidos políticos no tienen una tradición democrática. Sobre este proceso democrático pende como una espada de Damocles el peligro de un golpe de Estado".

Las encuestas dan como máximo candidato para recoger esta herencia a Alan García, que inaugura una etapa de socialdemocracia en el partido más antiguo del país. Sus rivales mejor situados son el actual alcalde de Lima, Alfonso Barrantes, líder de la Izquierda Unida (coalición de partidos de la izquierda radical), y Luis Bedoya Reyes, del Partido Popular Cristiano, quien, al frente de la coalición de centro-derecha Convergencia Democrática, aspira a los votos conservadores que ha perdido Fernando Belaúnde.

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