_
_
_
_

Los mitos sobre Miguel Angel se resquebrajan a medida que se efectúa la restauración de la Capilla Sixtina

El artista no pintó tumbado en un andamio ni despreciaba el color, según los investigadores

El mito de Miguel Ángel sufriendo tumbado en un raquítico andamio a 20 metros del suelo de mármol para pintar el techo de la Capilla Sixtina ha sido glorificado por generaciones de poetas, novelistas y, recientemente, por el actor Charlton Heston en el cine. Los lóbregos tonos pardos de la gigantesca obra maestra del artista Revaron a los estudiosos de los dos últimos siglos a describir a Miguel Ángel como un escultor despreocupado por el color. Estos mitos se resquebrajan a medida que los restauradores regeneran la capilla.

La cuidadosa limpieza del techo y los muros de la Capilla Sixtina -después de cuatro años de trabajo se ha completado casi la tercera parte- ha echado por tierra los dos mitos y ha puesto al descubierto detalles de la obra de Miguel Ángel que han dejado boquiabiertos a los historiadores del arte. Primero, ha ridiculizado el mito romántico que puso a Charlton Heston en una dolorosa posición boca arriba, en la interpretación de Miguel Ángel en la versión cinematográfica de la novela de Irving Stone El tormento y el éxtasis."Sencillamente, eso no es cierto", dice Fabrizio Mancinelli, conservador del arte bizantino, medieval y moderno del Museo Vaticano y director del proyecto de restauración de la Capilla Sixtina.

"Es indudable que a veces Miguel Ángel lo pasaba mal al pintar el techo", dice Fabrizio Mancinelli. "Incluso escribió un poema describiendo sus dificultades. Pero lo más probable es que el dolor procedía de ponerse de puntillas y con la cabeza echada hacia atrás, que es como él mismo se dibujó en un boceto que acompaña al poema".

La prueba concluyente

Mancinelli dice que la prueba concluyente de cómo Miguel Ángel dispuso el andamiaje sobre el que pintó el techo y las partes superiores de los muros se produjo al descubrir los restauradores en la pared los agujeros que soportaban el ingenioso andamio. Los expertos construyeron una versión moderna del aparato utilizado por el artista.Fabrizio Mancinelli descubrió también un boceto que dibujó Miguel Ángel para mostrar al hombre que le construyó el andamio cómo había de hacer la plataforma escalonada, advirtiéndole que no la hiciera tan cerca del techo que tuviera que pintar a gatas o tumbado.

En lo que respecta a la utilización de colores apagados, la limpieza ha revelado que pintó con tanta intensidad -verdes brillantes, rojos anaranjados, amarillos chillones y azules clarísimos- que, según un crítico, los colores "casi saltan de la pared".

La limpieza está siendo realizada por el restaurador jefe de arte del Vaticano, Gi.anluigi Colalucci, y dos ayudantes, Maurizio Rossi y Pier Giorgio Bonetti.

Los restauradores descubrieron también que Miguel Ángel había trabajado a un ritmo acelerado, por lo menos en. torno a las lunetas, las 12 ventanas situadas en la parte superior de los muros, donde el techo empieza a arquearse.

"La rápida, casi furiosa ejecución de las figuras aún se encuentran pelos de los pincelesda a las lunetas la impresión de grandes bocetos coloreados", dice Mancinelli. "Tardó tres días en pintar cada una de ellas, y para darse una idea de la velocidad con que pintó hay que tener en cuenta que cada grupo mide unos dos metros en la base por 3,25 metros de altura, y la mayoría de las figuras humanas de las lunetas mide más de dos metros".

La decisión de llevar a cabo la restauración se tomó hace cuatro años y fue saludada como la más sabia y valiente de todas las restauraciones artísticas de la historia. Pero se decidió casi casualmente, según Walter Persegati, secretario y tesorero del Museo Vaticano, que tomó la decisión con Carlo Pietrangeli, director general de los monumentos pontificios.

"Estábamos restaurando los retratos de los papas que flanquean las ventanas situadas debajo de las lunetas de Miguel Ángel y decidimos limpiar una pequeña sección de una de las", dice Persegati. "Cuando vimos la calidad del resultado decidimos seguir adelante". Los resultados han sido una revelación para los estudiosos del arte y para los cientos de miles de visitantes que han seguido visitando la capilla.

La capilla se cerró a los visitantes sólo en cortos períodos durante los últimos cuatro años, para realizar los necesarios cambios del andamiaje donde trabajan los restauradores, fuera de la vista del público.

De su laborioso y técnicamente ingenioso lavado ha resurgido un círculo brillantemente coloreado de robustas figuras que representan a los antepasados de Cristo y a los profetas, sibilas y decorativos desnudos masculinos de bronce en torno a las lunetas y enjutas, las zonas entre el techo y las ventanas.

Audacia de color

La audacia de color revelada por la restauración sugiere que emergerá un fresco en el techo inmensamente más complejo, cuando en 1988 finalice la obra que Colalucci y sus colegas acaban de empezar; será como una explosión de fuegos de artificio. A continuación, los restauradores pasarán a la pared del altar mayor de la capilla, donde Miguel Ángel pintó el Juicio final, 30 años después de acabar el techo y las lunetas..El gran problema de los restauradores fue disolver las capas de polvo, suciedad, cola y manchas de humo -de las antorchas utilizadas para iluminar la capilla cuando aún no había electricidad- sin tocar las superficies del fresco ni dañar los colores originales creados por Miguel Ángel.

"Limpiamos hasta que podemos ver cómo pintaba Miguel Ángel hasta que se hacen perceptibles de nuevo las pasadas de color", dice Mancinelli. 'Tero eliminar toda la película que cubre el fresco significaría tocarle al fresco propiarnente dicho, y no lo haremos. Limpiamos hasta que queda una capa finísima y paramos".

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_