Manuel Marín, secretario de Estado para la CEE, afirma que tiene instrucciones de no ceder, y no cederemos'
En estos momentos, más que negociación semipermanente entre España y la CEE lo que hay es un auténtico diálogo de sordos semipermanente. "Nadie se ha movido, ni nosotros ni ellos", dijo anoche Manuel Marín, secretario de Estado para las Relaciones con la CEE, tras seis horas de reuniones exploratorias con la presidencia italiana del Consejo de Ministros de la Comunidad y con la Comisión Europea. "Tengo instrucciones de no ceder y no voy a ceder", dijo Marín, para el cual "no se trata de hinchar el globo para luego pincharlo"."La posición española no es táctica", insistió Marín, pues "aceptar determinadas pretensiones comunitarias tal como están, sin mejora, nos crearía problemas estructurales". Para Marín, "si es necesario repetir 80.000 veces, lo mismo estoy dispuesto a ello".
"España puede esperar para entrar en la Comunidad. Pero la Comunidad no puede demorar el ingreso español", pues necesita el aumento de los recursos financieros de la CEE que acompañará, dado el vínculo que firmemente mantiene la RFA entre ambos temas, a la ampliación de la Comunidad. Cualquiera podía haber dicho esto. Pero el que se lo dijo ayer en Bruselas, en una reunión confidencial con la parte española, fue Filippo-Maria Pandolfi, ministro de Agricultura de Italia, país que ejerce en este primer semestre de 1985 la presidencia del Consejo de Ministros de la CEE, y lo dijo horas antes de que se abriera en Bruselas la primera maratón de titulares de Agricultura de los diez dedicada al nuevo reglamento vinícola (aún no hay un acuerdo formal a diez sobre un texto tras el acuerdo político de la cumbre europea de Dublín, en diciembre), a la reforma de las ayudas estructurales y a los nuevos precios agrícolas, no habiendo dinero para nada.
No hay novedades
En las conversaciones prenegociadoras de Marín con la presidencia italiana -en la persona del embajador Piero Calamia- y con la Comisión Europea, a través de su vicepresidente, Lorenzo Natali, no se produjeron novedades; cada parte, repitiendo machaconamente sus posiciones en materia de agricultura y pesca.
El objetivo sigue siendo el llegar a un acuerdo en la sesión ministerial de negociación maratoniana del 17 al 20 de marzo, al término de la cual "habrá que fotografiarse, ellos y nosotros, o con champagne o..., si no hay acuerdo, qué le vamos a hacer; seguiremos".
Ayer, las discusiones pesqueras fueron las que más tiempo se llevaron, dado, según Marín, que "hay poco margen de maniobra por ambas partes". "El objetivo número uno de la delegación española es más barcos y más peces", señaló Marín.
España quiere un período transitorio de siete u ocho años, que le permita plenamente participar en la revisión de la política pesquera común, prevista para 1992, aumentando, por otra parte, su cuota y su capacidad de pesca si aumenta la de los demás. El grupo de los cinco países con mayores intereses pesqueros -prefieren vendemos el pescado a dejárnoslo pescar- quiere amordazar a España hasta el año 2002, fecha en que terminará la política pesquera. La presidencia italiana ha propuesto diez años -ampliables si España diera su acuerdo-
En todo caso, para Marín hay contradicciones internas en la propia CEE, que habrá que resolver, sobre qué ofrecer a España. Y lo que España no puede aceptar es que la CEE, apoyándose en la tesis de la conservación del equilibrio ecológico, le pida que reduzca España su flota pesquera, cuando algunos países de la CEE tienen planes para desarrollar la suya. "Café con leche para todos", insistió Marín, "o reducción para todos o statu quo para todos".
Marín se entrevistará esta tarde en París, a este y otros respectos, con la secretaria de Estado francesa para Asuntos Europeos, Catherine Lalumiere.
El escollo griego
En cuanto a un tema paralelo a estos quehaceres, Atenas reaccionó ayer a las últimas propuestas de la Comisión Europea sobre los Programas Integrados Mediterráneos, que recortar en más de dos terceras partes la aportación de fondos frescos de ayuda a algunas regiones de Grecia, Italia y Francia. El secretario de Estado griego para Asuntos Europeos, Theodoros Pangalos, dejó alguna puerta abierta al señalar que las nuevas propuestas contienen "importantes imprecisiones" -no se dice, por ejemplo, cuánto irá a cada país beneficiario de esta ayuda- y pedirá explicaciones en la reunión extraordinaria del jueves. Pero, en una frase ominosa, aseguró que la ampliación de los PIM a un nivel igual a la propuesta inicial es "una condición indispensable" para que Atenas acepte el ingreso de España y Portugal.
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