Represalias en el Ministerio de Educación

Soy profesor de EGB en el colegio público Concepción Arenal de esta capital, y en la evaluación final del curso 1983-1984, el equipo evaluador, por unanimidad, dio la calificación del octavo curso, pero una niña (Villoria) obtuvo en lengua española la calificación de ínsuficiente por méritos propios. Su padre, funcionario del Ministerio de Educación y Ciencia, no estuvo de acuerdo. Acudió a sus amistades del ministerio, directora del colegio y presidenta de la APAPasa a la página 16

Viene de la página 13

(ambas, la misma cosa y amigas del señor por razones que no vienen al caso); se movieron, rebuscaron y lograron que ya en el mes de julio (finalizado el curso escolar) confeccionaran un acta por la directora y una profesora de matemáticas y echaran por tierra las actas oficiales firmadas en su momento por todo el equipo evaluador, con el visto bueno del señor inspector de la zona, todo un documento público, y esa niña y algunos más aprobaron la lengua española y pasaron a BUP. Naturalmente que sin mi firma, y soy el profesor de dicha asignatura. Sé que esta niña, en primero de BUP, volvió a suspender ya en las primeras evaluaciones en lengua española. Cursa su primero de BUP en el instituto Gran Capitán de esta capital.

Pero la cosa no quedó ahí. El director provincial del MEC de Madrid, apoyándose en denuncias de tipo ideológico y de opinión, me traslada de colegio e incluso de Ayuntamiento; me manda a Coslada, a EPA (algo totalmente ilegal, puesto que él no es competente para eso), y manda que se me abra expediente disciplinario, con cargos, que le adjunto, totalmente ideológicos, cuando no falsos. Todo sin previo aviso, sin ninguna explicación ni anterior ni posterior. Escribo, alego, me dirijo, pido audiencia... Nada, silencio total. Todo un asunto kafkiano. Estoy sometido a toda una depuración ideológica, castigado, humillado, reprobado (incluso la directora del colegio prohibió, con orden escrita al conserje, que pisara el colegio) contra toda ley (Constitución incluida), sin ningún respeto al estado jurídico de los funcionarios de la Administración civil del Estado y reglamento disciplinario.

Esto es increíble, y más en un Gobierno que se dice de izquierdas; claro que ya Ortega lo avisó: "Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral". (La rebelión de las masas. Prólogo para franceses, IV.)- Santiago Fernández Fernández.