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La catástrofe aérea de Bilbao

Forcejeos y discrepancias entre las fuerzas encargadas del rescate

El accidente del avión Alhambra de Granada, que causó la muerte ayer de 148 personas, estuvo rodeado de momentos de confusión y nerviosismo, tanto en lo relativo a las tareas de rescate en el lugar del suceso -donde hubo forcejeos y discrepancias entre las fuerzas policiales- como en lo que respecta a las noticias sobre el número de viajeros que ocupaban el aparato. La confusión más dramática estuvo referida a la eventual existencia de supervivientes. Los primeros datos optimistas fueron sustituidos por informaciones de que todos los ocupantes habían fallecido.

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A las once de la mañana, un teletipo de Efe, que citaba fuentes de Iberia, indicaba: "Entre 25 y 30 personas han sobrevivido al accidente". Las cifras de viajeros y tripulantes facilitadas durante toda la mañana fueron contradictorias. Las agencias extranjeras señalaban en sus despachos, para evitar errores, que "al menos 120 personas" habían fallecido.En las tareas de rescate, una columna del Ejército de Tierra, encabezada por un teniente, fue retenida durante unos minutos por efectivos de la policía autónoma vasca (Ertzantza). Los ertzainas le impedían el acceso a la pista que conducía al lugar en que ocurrió el siniestro. Tras unos momentos de órdenes y contraórdenes, la Ertzantza dejó pasar al convoy militar, pero no así a miembros de Protección Civil, quienes, tras fuertes enfrentamientos verbales, tuvieron que descender de sus vehículos todo terreno y caminar más de 10 kilómetros para llegar al lugar en que ocurrió el accidente.

Durante toda la mañana y hasta bien entrada la tarde fueron constantes los enfrentamientos verbales, entre la Ertzantza y miembros de Protección Civil, algunos de los cuales se quejaban airadamente de la actitud de la policía autónoma vasca, que sólo les permitía acceder a pie. Este problema no lo tu vieron ni la Cruz Roja ni la DYA, quienes acudieron fácilmente con sus, propios vehículos.

Cada uno por su lado

En el lugar en que cayó el avión, la Ertzantza y la Guardia Civil actuaban cada una por su lado. Mientras unos impedían el acceso a los periodistas y curiosos, otros, por el contrario, facilitaban la labor de los informadores. La descoordinación entre ambas fuerzas era evidente en todo momento. Se originaron incidentes como el que le ocurrió al escolta del gobernador civil de Vizcaya Iñaki López, cuando se dirigía con el automóvil blindado hacia el lugar de los hechos y a quien un ertzaina le pidió la documentación. El escolta dijo: "¿Pero no te das cuenta que es un coche blindado, del Gobierno Civil?". El ertzaina le contestó que sí, pero a pesar de todo le pidió la documentación, a lo que el escolta accedió finalmente.

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Por otro lado, un cabo de la Guardia Civil hizo ademán de sacar su pistola ante el sargento mayor de la brigada móvil de la Ertzantza, Quintana Baigorri, que trasladaba en un Land Rover de la policía autónoma al juez Luis Javier Murgoiti y a tres forenses. El cabo se negó en redondo a permitir el paso del vehículo de la Ertzaritza si no se lo indicaban sus mandos naturales, y se produjo un forcejeo entre ambos policías.

La estrecha carretera que conduce desde Durango a Trabaleku quedó bloqueada al mediodía en distintos puntos por el trasiego constante de vehículos del Ejército, la Guardia Civil, la Ertzaritza, los bomberos, los policías municipales, la Cruz Roja y la DYA (Detente y Ayuda, organización de auxilio en carretera). Todos los efectivos disponibles de estos cuerpos se desplazaron al lugar del accidente, zona de difícil acceso, sin que, aparentemente, existiera un plan preciso de intervención de Protección Civil, el organismo encargado de la coordinación.

Todavía a las 14.30 horas, médicos y otros efectivos de la Cruz Roja desplazados desde San Sebastián cubrían a pie los 10 kilómetros de carretera sin que nadie les hubiera advertido de que su presencia era innecesaria. Víctor Eriz, miembro de la junta de Protección Civil de Vizcaya, comentó que la descoordinación era total.

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