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Dominique Lapierre publica en solitario un libro sobre la miseria de un barrio de Calcuta

Dominique Lapierre, autor francés de una serie de libros de gran éxito desde los años sesenta, presentó ayer en Barcelona La ciudad de la alegría, su última obra, escrita en solitario, sin el concurso de su compañero habitual, Larry Collins. La ciudad de la alegría, publicada en España por Planeta / Seix Barral, narra la existencia de una comunidad humana de 70.000 personas en un barrio de la ciudad india de Calcuta, centrándose en quienes ayudan a los más desheredados. Para escribir este libro, Lapierre pasó varios meses en la India, conviviendo con sus personajes y compartiendo sus vicisitudes.

"Este Ebro ha supuesto una experiencia muy profunda para mí, una especie de conmoción personal que me ha enseñado muchas cosas", comenta Dominique Lapierre, un autor que comenzó su carrera como periodista en la revista Paris-Match.Desde los años sesenta, y generalmente en colaboración con el británico Larry Collins, Dominique Lapierre ha sido uno de los más prolíficos y brillantes productores de best sellers de venta en Occidente. Desde el primer libro escrito con Collins, ¿Arde París?, hasta su más reciente libro El quinto jinete, pasando por la biografía novelada de Manuel Benítez, El Cordobés, ... O llevarás luto por mí, los libros de Lapierre y Collins han sido grandes éxitos de venta a nivel planetario.

Otras obras suyas son Oh, Jerusalén, que narra los momentos inmediatamente anteriores y posteriores a la fundación del Estado de Israel y Esta noche, la libertad, un relato de la lucha por la independencia de India. "Mi relación con India es una historia de amor", cuenta Dominique Lapierre. "Conocí por vez primera la India con ocasión de mi viaje de bodas, en 1954, y me causó una profunda sensación. Luego, cuando escribimos Esta noche, la libertad, pasé un total de dos años en el país y con el tiempo fue madurando en mí la idea de hacer algo por aquel país y por aquella gente".

La idea concreta para prestar ayuda le llegó a Lapierre en la insospechada persona de un inglés ex propietario de una cadena de camiserías. "Fui a Calcuta y conocí a ese hombre, que había vendido todo lo que tenía en Inglaterra para trasladarse a India y cuidar a los leprosos. Cuando lo encontré, estaba arruinado y yo le prometí que no tendría que cerrar su hospital".

"Di una serie de conferencias por todo el mundo", cuenta el escritor; "recogí dinero para él, conocí a otras personas que también se dedican a cuidar y salvar a los demás. Conocí a la Madre Teresa y, a medida que iba conociendo Calcuta, me di cuenta de que hay mucha gente que hace lo mismo o casi lo mismo que la Madre Teresa". Antes de su presente libro, Lapierre proyectó rodar una película sobre Calcuta y sobre las personas que, como la Madre Teresa, se dedican a tratar de aliviar los sufrimientos de los demás.

"Fue entonces cuando decidí hacer un Ebro sobre esa gente, sobre mi historia de amor con la India, con Calcuta y con los habitantes de La ciudad de la alegría, y lo he hecho solo, sin Collins, porque era el resultado de una aventura interior personal, algo que hubiese sido muy difícil de hacer entre dos con el mismo sentimiento". Además, Dominique Lapierre ha entregado una parte substancial de sus derechos de autor para las personas que forman el paisaje humano del libro.

Dignidad en la pobreza

La ciudad de la alegría de la que toma su título el último libro de Dominique Lapierre es en realidad un vecindario de Calcuta, cuya superficie total no supera la de unos tres o cuatro campos de fútbol. "Allí viven unas 70.000 personas, de las que unas 20.000 son musulmanes, otros 25.000 hindúes, 3.000 sijs, 300 cristianos y un sinfín de pequeños grupos de otras comunidades, dentistas y mercaderes chinos, usureros afganos, cingaleses, malayos, etcétera. Unas 500 de estas personas tienen lepra".

Como es habitual en los libros de Lapierre, La ciudad de la alegría es el resultado de una meticulosa investigación en el mismo lugar de los hechos, y en este caso, la experiencia impresionó vivamente al escritor. "Me di cuenta, al descubrir la vida de esas personas, que pese a las horribles condiciones en que viven, mantienen por completo la dignidad y la alegría; siguen siendo capaces de sonreír, de sentir compasión, ternura y sensibilidad a la belleza".

El vecindario donde transcurre el último libro de Dominique Lapierre es, dado su abigarramiento y la mezcla de personas que alberga, "una especie de caldera donde hierven y, a veces, estallan los conflictos sociales, religiosos y humanos subyacentes en un cosmos de tanta gente como es la sociedad india. La ciudad de la alegría es como un microcosmos de esa sociedad". Por ejemplo, la crisis del año pasado entre las comunidades hindú y sij, y el subsiguiente asesinato de la primera ministra Indira Gandhi, "se dejaron sentir como oleadas en aquel lugar. Todo el mundo seguía lo que pasaba a través de transistores, y luego, la discusión y a veces la confrontación eran los verdaderos comentarios, los verdaderos espectáculos de un lugar donde no hay espectáculos tal como los entendemos en Occidente".

"De pronto", dice Lapierre, "me vi inmerso en la masa india, en un lugar donde la gente practica el arte de sobrevivir; en Calcuta, donde el sudor humano es la fuerza de trabajo más barata de la tierra, conocer a esas personas ha sido para mí una lección de optimismo y de ternura".

Para escribir sus anteriores libros, Lapierre ha tenido ocasión de entrevistarse con grandes personajes y, en cambio, para La ciudad de la alegría, vivió seis meses en Calcuta, compartiendo la existencia de los porteadores de rickshaw (carritos para transportar personas o mercancías, que se mueven tirados por un hombre). "En mi carrera, h tenido ocasión de ver muchas cosas y hablar con muchos personajes: hablé con el general Von Choltitz, que no cumplió la orden de Hitler de quemar París; hablé con lord Mountbatten, que cedió como virrey el gobierno de India a Gandhi; hablé con Ben Gurion, que obtuvo la independencia para Israel..., pero de todos estos recuerdos extraordinarios, algunas de las personas de La ciudad de la alegría son las que me conmueven más, como por ejemplo una niña, que un día apareció en mi habitación cubierta de barro y de suciedad y con un bellísimo ramo de flores en la mano, que traía para ofrecerme No podré olvidar su imagen mientras viva: es por esto también que he querido hacer un libro optimista, una historia de amor". "última mente", añade Lapierre, "digo siempre que, si hay un holocausto nuclear y termina la vida en la tierra, la vida volverá a renacer algún día, precisamente en la ciudad de la alegría".

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