La guerra del espacio, en manos de los científicos de las próximas décadas
Miles de investigadores trabajan en el mayor proyecto de la historia, que puede revolucionar la tecnología
Defensores y detractores pueden seguir discutiendo sobre las posibilidades de la guerra de las galaxias. El Congreso de Estados Unidos puede reducir sus enormes presupuestos y los Gobiernos entregarse a tediosos intercambios diplomáticos para tratar su futuro. Pero en los laboratorios de todo Estados Unidos hay pocas dudas, pues miles de científicos están desarrollando la tecnología hasta el límite en lo que se considera el proyecto de investigación más grande de todos los tiempos. El plan propuesto por el presidente Reagan supera, según el Pentágono, tanto al proyecto Manhattan de fabricación de la primera bomba atómica como al programa lunar Apolo.
En los últimos meses se ha conseguido disparar rayos láser a través de la turbulenta atmósfera terrestre sin distorsión, se ha destruido un misil simulado con un proyectil inteligente y se han probado armas nucleares que transforman su energía explosiva en rayos mortales. La más importante de estas armas, que pertenece a la tercera generación de ingenios nucleares, es el láser de rayos X, uno de los secretos mejor guardados por los militares.El objetivo final del programa, propuesto por primera vez en marzo de 1983 por el presidente Reagan, es comprobar si el país puede ser protegido contra los misiles y cabezas nucleares del enemigo. No es un empeño desdeñable. El plan propuesto, de cinco años y 26.000 millones de dólares, (4,68 billones de pesetas) se conoce oficialmente bajo el nombre de Iniciativa de Defensa Estratégica.
De las impresiones de los científicos, contratistas y autoridades federales puede sacarse una panorámica general del estado actual de las investigaciones relacionadas con la guerra de las galaxias. Pero, a pesar de su entusiasmo, los críticos mantienen que ese esfuerzo resultará totalmente inútil, pues la Unión Soviética podría superar fácilmente cualquier defensa con contramedidas sencillas.
La búsqueda norteamericana de una defensa estratégica -dirigida a la inutilización de armamentos desde miles de kilómetros de distancia- se inició hace muchos años, incluso antes de que los soviéticos dispararan el primer misil intercontinental, en 1957. Nike-Zues, Nike-X, Sentinel y Safeguard fueron algunos de los primeros sistemas defensivos.
Durante los años setenta, ambas superpotencias decidieron que tales sistemas eran inoperativos y demasiado costosos para seguir adelante con ellos. Esa es la idea en que se basa el tratado de misiles antibalísticos de 1972, que limita en la actualidad a 100 interceptores antimisiles el potencial de cada una de las partes.
Lo que diferencia la guerra de las galaxias de todos sus antecedentes es que va dirigida a aprovechar la inmensidad del espacio. Los anteriores sistemas estaban destinados a funcionar unos segundos antes de que el armamento nuclear alcanzara su blanco. La guerra de las galaxias va más allá de las intercepciones en la fase de reentrada, para tratar intercepciones de curso medio en el espacio y la intercepción de los misiles propiamente dichos en su fase de aceleración antes de que suelten sus cabezas atómicas.Funcionamiento a la velocidad de la luzLa ventaja principal de esta situación elevada es el tiempo. La batalla defensiva tendría lugar con unos minutos de anticipación en vez de segundos, permitiendo que las diferentes capas del sistema defensivo entraran en acción independientemente. Un misil o cabeza nuclear que atravesara una de las capas sería atacado por otro. Lo que también diferencia a la guerra de las galaxias son sus armas futuristas, muchas de las cuales funcionarían con la velocidad de la luz. La ventaja es el alcance. Una sola estación de guerra láser puede lanzar sus rayos destructivos a muchos miles de kilómetros en el espacio durante una batalla. En contraste, para conseguir la misma capacidad destructora sería necesario utilizar cientos de lentos interceptores impulsados por cohetes.
Las armas de la guerra de las galaxias pueden dividirse en tres categorías, según su velocidad: láser (velocidad de la luz), rayos de partículas (velocidad cercana a la de la luz) y proyectiles inteligentes (guiados por ordenador), relativamente lentos.Las posibilidades y debilidades de las distintas armas se verán solamente después de años de investigación. Puede darse el caso de que los proyectiles lentos que destruyen el blanco sean más efectivos que sus sofisticados parientes. Después de todo, las armas láser son más complicadas y pueden precisar generadores de tal tamaño que sean incapaces de despegar. Es más, según el doctor Gerold Yonas, el jefe científico del PentáComo una bala que golpea a otra balaUnas armas con energía directa que podría ser fácilmente enviada al espacio serían las impulsadas por bombas nucleares. A igual peso, las reacciones nucleares tienen miles de veces más impulso que las reacciones de baterías o láser químicos. Las bombas nucleares que transforman su potencia en rayos mortales se han estado desarrollando durante cinco años y se conocen como armas de la tercera generación (las otras son las bombas de hidrógeno y atómica). El ejemplo mejor conocido es el láser de rayos X, a su vez uno de los secretos mejor guardados. Además de las complejidades de las bombas nucleares, también se están haciendo avances con pequeñas armas no nucleares, según manifestó el doctor Yonas. Los proyectiles inteligentes simplemente chocan con una rápida cabeza nuclear y la desintegran. La fuerza destructiva procede del impacto entre el blanco y el interceptor. El pasado mes de junio, un misil simulado fue destruido en el espacio por un interceptor de ese tipo lanzado desde Kwajalein -una isla del Pacífico- como si una bala que está cruzando el espacio fuese golpeada por otra bala.Piedras inteligentes y hondas magnéticas
El doctor Yonas dijo que los proyectiles del futuro muy bien podían ser "piedras inteligentes lanzadas por hondas magnéticas" situadas en el espacio. Estas hondas (conocidas también como armas de carril) estarían movidas por fuerzas electromagnéticas. Las piedras, de un tamaño similar al de una hogaza de pan, saldrían disparadas del extremo de las hondas para hacer blanco en las rápidas cabezas nucleares, guiadas por diminutos sensores e impulsores."Las piedras pueden buscar y destruir con gran exactitud. No es una cuestión de mortalidad. Se puede tratar de escapar de ellas, pero no hay donde esconderse. Prosiguen su acoso incansablemente". Añadió también que los investigadores de la universidad de Tejas han probado con éxito repetido el disparo de un arma de carril magnética. La última de estas armas de la guerra de las galaxias es el rayo de
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Viene de la página 23partículas, una corriente de partículas subatómicas (electrones, protones o neutrones) aceleradas hasta casi la velocidad de la luz. Los aceleradores de los rayos de partículas se parecen a los enormes aceleradores de átomos utilizados por los científicos civiles. El aspecto fascinante de los rayos de partículas es que son casi imposibles de detener con ningún tipo de blindaje y pueden traspasar y destruir casi cualquier tipo de cabeza atómica o misil.
Su problema es el tamaño. Actualmente son tan grandes que no pueden ser enviados al espacio, y sus rayos no pueden ser lanzados desde la Tierra porque las partículas serían detenidas por la atmósfera.
Además de las armas para la guerra de las galaxias se precisan muchos otros tipos de tecnologías para hacer realidad esta visión de la defensa. Lo más importante son los sensores para los ojos espaciales que localizan los blancos. Este aspecto es especialmente importante para las intercepciones durante el curso medio, donde muchos cebos podrían ser confundidos con las auténticas cabezas nucleares.
Enormes programas de ordenador
Ciertamente, la dificultad real de la guerra de las galaxias puede estar en los programas de ordenador necesarios para que todo funcione sin problemas durante una rápida batalla espacial. Según los cálculos, el soporte lógico (software) se compondría de 10 millones de líneas codificadas, el programa más largo, con mucha diferencia, de los que se han escrito hasta la fecha.
Otro tipo de tecnología básica que ha de perfeccionarse es el blindaje, dice el doctor Yonas. "Uno de los mayores retos a que nos enfrentamos es hacer que las armas no solamente sean destructivas, sino también capaces de sobrevivir; sobrevivir en el sentido de que las armas de la fase de aceleración orbitarían sobre la Unión soviética y, por tanto, estarían expuestas a ser atacadas".
Las bases de guerra precisarán también energía eléctrica. Una forma de suministro que se está estudiando en el laboratorio nacional de Los Ángeles es un reactor nuclear de 100 kilovatios, que ocuparía un tercio de la bodega de carga de la lanzadera espacial. Este tipo de reactor nuclear orbital podría ser utilizado exclusivamente para recargar baterías y y otros servicios de las bases de guerra.
A pesar de la gran cantidad de expertos implicados en el desarrollo de esta tecnología, hay un número igual de críticos que manifiestan que la guerra de las galaxias no tiene futuro. El fracaso es inevitable, dicen, porque un escudo defensivo nacional tiene que hacer mucho más que desafiar las leyes de la física. Tiene que enfrentarse a un enemigo potencial experto e inteligente, que trataría de superar una barrera atacándola mediante la protección de sus misiles ofensivos o saturándola con misiles, cebos y misiles crucero de difícil detección.
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