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Éxito de Adolfo Domínguez con un desfile de modelos en la cuna del diseño parisiense

Soledad Gallego-Díaz

Los aplausos sonaron más fuertes cuando aparecieron los maniquíes cubiertos con unas increíbles, suaves y brillantes gabardinas, de diseño amplio y liviano. Tras la mampara, Adolfo Domínguez, el diseñador orensano, hacía gestos apresurando a los modelos. El desfile se desarrollaba en el sancta sanctorun de la moda parisiense, la avenida de Gabriel, a pocos metros de los Campos Elíseos, y la sala estaba llena de periodistas especializados y posibles clientes.

Desde hace dos semanas, las casas de moda parisienses estar revolucionadas. Hay que presentar las nuevas colecciones y conseguir que las lujosas revistas del ramo (algunas tienen hasta 650 páginas, como el último número de L'Uomo-Vogue) les presten atención. Adolfo Domínguez quiso estar en el centro del huracán y acudid, a París con sus últimas creaciones. Eso sí, todo lo organizó desde Orense, desde el alquiler de la sala hasta el de los/las maniquíes, un grupo de jóvenes muchachos y muchachas, guapos e internacionales (brasileños, italianos: y holandeses, sobre todo), que lucen espléndidamente bien con la ropa del diseñador y que recobran su aspecto más normalito cuando, acabado el desfile, salen con sus trajes habituales camino de otro trabajo o en busca de diversión.

'Made in Spain'

"Éste es el tercer desfile que hacemos en París", explica el encargado de relaciones públicas le Domínguez, "y estamos contentos. La pasarela era algo corta y los invitados casi no cabían en la sala, pero todo ha salido bien". Adolfo, vestido de azul marino y con zapatones marrones embarrados de lodo, está empeñado en introducirse en el mercado internacional y va a abrir dentro de unos días una tienda a pocos metros de la place de la Victoire, donde se codeará con otros diseñadores internacionalmente conocidos. "Ahora facturamos anualmente unos 2.000 millones de pesetas, pero sólo el 12% va al extranjero. Queremos que en 1987 la proporción sea del 50%". Se trata de conseguir que la etiqueta made in Spain pegada a un modelo le dé prestigio, pero para eso no es suficiente un solo diseñador. Tendría que crearse un grupo, con ideas y trabajo, capaz de dar el impulso, explica Domínguez, para quien las medidas de apoyo de la Administración son bienvenidas, pero no pueden suplir la parte que corresponde a los diseñadores.La propietaria de una boutique parisiense comenta en voz baja que los colores oscuros de la colección de Adolfo Domínguez "reflejan nuestra sociedad". El diseñador se sonríe y no está muy de acuerdo. "Los colores son una opción puramente estética, gratuita. A mí me gustan oscuros, eso es todo". Sin embargo, cree que las formas y los tejidos sí tienen una interpretación sociológica. "Hay también una parte gratuita, pero en la elección de un tipo de tejido determinado intervienen otros elementos; por ejemplo, el grupo social al que está destinado el modelo". ¿De qué están hechas las gabardinas? "Es una mezcla de varios tejidos, todos naturales, pero prefiero no explicarlo exactamente". En cualquier caso, añade rápidamente, está íntegramente fabricado en Orense. Domínguez no tiene ni idea de cuánto puede costar en Francia, pero uno de sus colegas le sopla, con un fuerte acento gallego: "Unas 45.000 pesetas".

La tienda parisiense de Adolfo Domínguez venderá prêt à porter para hombre y mujer, y también accesorios y joyería. La nueva colección se presentará el próximo mes de marzo. "Vamos a traer todo, absolutamente todo de España".

En la fábrica de Orense trabajan 115 personas, y en talleres asociados, otras 200. Domínguez trabaja con su mujer -que es también de Orense- y con otros miembros de su familia. Todos han viajado a París y atienden, en francés y en inglés, a periodistas y clientes. "Esto es una sociedad de mercado y hay que competir. El diseño italiano es tan importante que trae al país tantas divisas como salen para comprar petróleo".

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