Juan Pablo II exalta en Ecuador la dignidad de los indios

JUAN ARIAS ENVIADO ESPECIAL Juan Pablo II presenció ayer, en una explanada cercana al aeropuerto de Latacunga, a 2.800 metros de altitud, la concentración india más importante que ha conocido América Latina. En ella, el Papa exaltó la dignidad de los indios y defendió su derecho a que sean reconocidos en todo como los demás seres de la Tierra.

A la derecha del trono preparado para la ceremonia, en estilo indio, con techo de paja, destacaba, cubierto de nieve, majestuoso a 5.987 metros de altura, el Cotopaxi, el volcán activo más alto del mundo. Más de 300.000 indios de 25 tribus de los Andes, que habían pasado la noche al raso y habían llegado algunos caminando a pie durante una semana, levantaron al cielo un bosque de crucifijos de madera, construidos por ellos.Cuando el helicóptero papal apareció en el horizonte, la muchedumbre gritó en español: "¡Viva nuestra Santidad!", "¡Viva el Papa que defiende la libertad y la dignidad del indio!", y luego repitió en quechua los mismos eslóganes. Sonaban las bocinas, hechas con cuerno de toro, como quejidos llegados desde la selva. Se anunció también, recibida con aplausos, la presencia en el acto de Atahualpa Felipe Duchicela, 48º sucesor del gran emperador inca. Sobre una tarima, los indígenas ejecutaron la antigua danza Sakisici.

Estuvieron presentes en el histórico encuentro representantes de todas las tribus indias que aún no han sido exterminadas, como, por ejemplo, ha sucedido ya con los záparos, que fueron borrados del mapa durante el período del caucho.

Se veía a los awa, de los que quedan sólo 650 en todo el país; los chachis, los pichincha, los cotopaxi, los chimborazo. Y también los saquasada, con sús ponchos negros y sus sombreros blancos, más pequeños que la cabeza; los shuars o jíbaros, tristemente célebres por la costumbre ancestral de reducir el tamaño de los cráneos humanos.

Al Papa le habló una india, Naula, de la provincia de Chimborazo, para decirle: "Santo Papa, somos pueblos de milenaria cultura que sufrimos la explotación en varios casos por parte de los malos cristianos". Y Aurelio Vega, de la Iglesia de Quichua, le explicó al Papa: "Te contamos que no queremos odiar, pero no queremos tampoco sufrir más".

Y no faltó un gesto de protesta pacífica. En su discurso, Manuel Imbaquingo, coordinador general de las comunidades indias de Ecuador, pidió polémicamente al Papa, fuera del texto aprobado oficialmente, "que el obispo Luis Proaño siga siendo obispo de los indios".

Se trata de la figura casi mítica del obispo de Riobamba, que dirigió en su tiempo la primera resistencia de los indios, que estuvo encarcelado por defenderles y que había sido el alma del documento de los obispos latinoamericanos de reivindicación de los indígenas.