Egipto e Israel reanudan hoy un diálogo roto hace dos años
Tras dos años largos de interrupción, Egipto e Israel reanudan hoy el diálogo, pero la trascendencia de este deshielo entre Tel Aviv y la única capital árabe que mantiene relaciones diplomáticas con el Estado israelí es tanto más limitada cuanto que El Cairo no quiere perjudicar su reconciliación en curso con el mundo árabe. La distensión registrada recientemente entre los dos principales beligerantes de cuatro guerras árabe-israelíes tendrá hoy un primer resultado concreto cuando delegados egipcios e israelíes y observadores norteamericanos se reúnan en la ciudad de Bersheva, en el desierto del Neguev, para negociar sobre el enclave de Taba.
Situada a cinco kilómetros al sur de Eilat, el balneario israelí al borde del mar Rojo, la playa de Taba, casi un kilómetro de largo, no fue devuelta a Egipto cuando el 25 de abril de 1982 el Ejército israelí se retiró de la península del Sinaí, cumpliendo los acuerdos de paz de Camp David de 1979.Desde entonces la restitución de ese pedazo de tierra se ha convertido para los egipcios en "una causa nacional" cargada de emotividad, según su presidente Hosni Mubarak. Hasta tal punto que, cuando se produjo la invasión israelí de Líbano, Egipto retiró a su embajador en Tel Aviv y suspendió las conversaciones sobre la autonomía palestina, pero siguió la negociación sobre Taba.
Sólo en la primavera de 1983 el Gobierno cairota renunció a continuar la discusión, porque ésta debía desarrollarse en Jerusalén, la capital anexionada por el Estado judío.
Para Israel, en cambio, Taba y su complejo turístico de lujo en torno al hotel Sonesta son más bien un buen negocio, como quedó puesto de relieve el pasado verano con la publicación de fotografías de bañistas top-less al lado de las alambradas que delimitan la actual frontera y bajo la mirada atónita de los guardias egipcios.
En la ciudad israelí de Bersheva, primero, y en la egipcia de Ismailia, después, ambas delegaciones negociadoras no discutirán ni siquiera de la soberanía de Taba, sino de la inclusión del enclave en la zona bajo control de la Fuerza Multinacional y Observadores (FMO), de 2.600 hombres, encargada de vigilar el respeto del tratado de paz a lo largo de la frontera del Sinaí.
Si Israel está ahora dispuesto, en contra de lo que hizo en 1982, a acoger en Taba a los soldados de la FMO e impedir acaso nuevas construcciones al borde de la playa, quiere, a diferencia de Egipto, que sean su policía y su Ejército y no las tropas multinacionales los que velen allí por el orden y la seguridad. "Así quedará claro", comentó un diplomático, "quién ejerce la soberanía en el enclave".
Ningún compromiso
Tras un primer acuerdo sobre el despliegue de la FMO, que el primer ministro laborista Simón Peres considera "bastante probable", El Cairo desea abordar la polémica cuestión de fondo: la soberanía.
"No contraeremos", declaró el presidente egipcio, "ningún compromiso sobre nuestra tierra", y para conseguir su objetivo Egipto podría seguir negociando directamente con Israel, a menos que Tel Aviv acepte recurrir al arbitraje [el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya o al de alguna otra institución.
Ante cualquier árbitro, El Cairo cuenta con argumentos de peso a su favor que incluyen desde los lejos mapas de la Palestina del mandato británico, en los que no figura Taba, hasta la historia reciente de la región.
El Gobierno israelí está, sin duda, demasiado apegado a su inversión y teme que cualquier concesión sustancial sobre Taba sirva le precedente para los 14 restantes litigios fronterizos con Egipto pendientes de solución, pero es también consciente de que la normalización de sus relaciones con el más importante de los países árabes pasa por la apertura de un proceso negociador sobre el enclave.
El Cairo ha puesto además otras dos condiciones para mejorar sus relaciones con Tel Aviv -retirada israelí de Líbano y adopción de medidas que mejoren a suerte de los palestinos residentes en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza.
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