El Gobierno de Daniel Ortega se compromete a redactar una Constitución de consenso para Nicaragua
El Frente Sandinista (FSLN) ha mostrado su perfil más moderado en las reuniones celebradas en Managua con motivo de la investidura presidencial. Su coordinador político, comandante Bayardo Arce, aseguró a una amplia delegación de la Internacional Socialista (IS) que el Gobierno piensa mantener el diálogo emprendido con todos los partidos antes de las elecciones. El propio Daniel Ortega confirmó esta decisión en su primer discurso oficial al comprometerse a cumplir los acuerdos de la cumbre de partidos y a sostener una consulta permanente a fin de redactar una Constitución de consenso.
En el curso de una entrevista de tres horas sostenida el jueves con los delegados socialdemócratas de Europa y América, el comandante Arce expuso los problemas que más preocupan a los sandinistas: la posible reanudación de la financiación norteamericana a las guerrillas, el emparejamiento de las negociaciones de Contadora y Manzanillo, con el peligro de que se estanquen ambas vías, y el grave deterioro económico que sufre el país.Representantes de la IS sugirieron que un respaldo decidido al diálogo político interno contribuiría a aliviar los tres problemas. En esas circunstancias, Washington tendría mayores dificultades para aprobar en el Congreso un capítulo presupuestario destinado a la contrarrevolución, ya que abriría una importante fisura con los países europeos, que a finales de septiembre, en la conferencia celebrada en San José, optaron por las soluciones políticas y democráticas frente a cualquier aventura belicista.
Los cuatro cancilleres del Grupo de Contadora sostienen también que una apertura en Nicaragua constituiría la base más firme para que progresen las negociaciones de paz en América Central.
La Internacional Socialista entiende que una política de esta naturaleza facilitaría en último término las cosas para que Europa ponga en marcha un paquete de ayuda económica privilegiada con destino a este país. El presidente de la IS, Willy Brandt, prepara un informe en este sentido.
El presidente Ortega no ha ocultado en ninguno de sus últimos mensajes que el país padece una gravísima crisis económica. La guerra, el contexto internacional, algunos desastres naturales y no pocos errores de gestión han conducido a Nicaragua a la bancarrota real. Su producto interno por habitante ha retrocedido a los niveles de 20 años atrás, las exportaciones totales del año pasado ni siquiera captaron divisas suficientes para afrontar los intereses de su deuda externa y los salarios reales han descendido año tras año.
El Gobierno español comparte, según el ministro Javier Solana, los puntos de vista de sus colegas socialdemócratas. Siempre en el entendimiento de que se mantendrá una apertura política, Felipe González ha ofrecido a Daniel Ortega, por medio de una carta personal, la posibilidad de abrir nuevas líneas de crédito el próximo año.
Crédito español
Por otra parte, se ha resuelto, con financiación del Banco Exterior de España, el cuello de botella que impedía a Nicaragua hacer efectivo el préstamo de 6.000 millones de pesetas concedido hace tres años para la adquisición de productos españoles. El ministro de Cultura negó que se haya registrado un enfriamiento en las relaciones entre los dos países, que a su juicio se mantienen al mismo nivel que años anteriores.
A pesar de los buenos propósitos expresados por los máximos dirigentes sandinistas, preocupan algunas de sus contradicciones En primer lugar, el grave incidente registrado hace unos días en una playa costarricense donde habrían desembarcado en tres lanchas soldados sandinistas para atacar puestos de la guardia civil. El Gobierno de San José protestó con dureza y ha amenazado con retirarse de las negociaciones de Contadora si el Gobierno nicaragüense no devuelve a su sede diplomática de Managua a un asilado que fue sacado en circunstancias poco claras. Una repetición de este tipo de actos obstaculizaría las buenas relaciones entre Managua y la Internacional Socialista, a la que pertenece el partido gobernante de Costa Rica.
Algunos delegados socialistas demostraron cierta inquietud porque en el protocolo de la investidura presidencial se reservó un lugar de honor a la dirección nacional del FSLN, al mismo nivel que los representantes de la nueva Asamblea. Esto parece indicar que la estructura del nuevo Estado les reserva funciones especiales, más allá del liderazgo del partido gobernante. Como contrapartida, en ningún momento se entonó el himno sandinista, que ha venido sirviendo de pretexto al embajador norteamericano para abandonar cualquier reunión.
El papel de los nueve comandantes en el futuro Estado, en su calidad de cuerpo colegiado, inquieta particularmente a la oposición, incluso a la que participó en las elecciones.
La normalidad institucional exige, a su juicio, que, aparte de sus funciones ministeriales, se limiten a ejercer la dirección de su propio partido, dejando que Daniel Ortega ejerza la presidencia con plenos poderes.
Otros síntomas apuntan a una potenciación de la figura presidencial, como el hecho de que haya asumido la responsabilidad directa de la planificación económica.
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