Daniel Ortega toma posesion como presidente de Nicaragua bajo el signo de la continuidad
ENVIADO ESPECIALEl comandante Daniel Ortega toma posesión hoy como presidente de Nicaragua bajo el signo de la continuidad. El nuevo Gabinte es casi una copia al carbón del anterior, en tanto que la Asamblea Nacional constituida ayer asegura para los próximos seis años una absoluta hegemonía del Frente Sandinista (FSLN) que tiene dos de cada tres escaños. Los votos del 4 de noviembre en nada alteraron la correlación de fuerzas existente antes.
El propio presidente se ha encargado de proclamar antes de su investidura que el nuevo Gobierno "es una continuación" del que se formó después del triunfo revolucionario, en julio de 1979, y que su programa es el mismo que se formuló entonces.
Sobre el papel del FSLN en el nuevo Estado, Daniel Ortega ha sido categórico: estará en todas las instancias "como nervio, como motor de la vida revolucionaria". A su juicio, no se puede pensar que el partido funcione por un lado y por otro las estructuras del Estado, incluidas las fuerzas armadas. Subrayó que la dirección nacional, constituida por los nueve comandantes, estará por encima "definiendo líneas".
Con este planteamiento, Ortega ha designado un Gabinete monocolor de 19 miembros, en el que figuran cinco comandantes de la revolución y tres comandantes guerrilleros. Sólo Henry Ruiz ha cambiado de cartera, al desaparecer el Ministerio de Planificación, cuyas funciones asume ahora una comisión interministerial a las órdenes directas del presidente.
Al margen de algunos cambios menores en departamentos económicos, la única novedad destacable es el nombramiento del comandante René Núñez para el importante Ministerio de la Presidencia. Hasta ahora ha desempeñado las funciones de secretario de la dirección nacional, lo que le permitía ser el único nicaragüense que asistía a las reuniones de los nueve sin el rango de comandante de la revolución.
El opositor Arturo Cruz dice de él que es el sandinista "más capaz y más sofisticado" que conoce. Agregó que no sabe si desde su nuevo cargo "va a ser el mentor de la apertura o el comisario político de Daniel Ortega.
La confirmación de los tres sacerdotes ministros (Miguel d'Escoto en Relaciones Exteriores, Fernando Cardenal en Educación y Ernesto Cardenal en Cultura) ha causado profundo malestar en la jerarquía eclesiástica. El presidente de la Conferencia Episcopal, Pablo Antonio Vega, ha declarado que es muy posible que el Vaticano les imponga sanciones inmediatas por su contumacia y rebeldía manifiestas.
Este hecho supone, a su juicio, "un retroceso en las conversaciones que Iglesia y Estado reanudaron el pasado mes de diciembre. La continuidad del Gobierno, que para el comandante Ortega es una garantía de coherencia y unidad de criterios, es para el obispo Vega una oportunidad perdida "de ventilar los gravísimos problemas que ha habido en el pasado".
Escepticismo de la oposición
La oposición nicaragüense, aun la que participó en las elecciones, se muestra escéptica sobre la virtualidad del nuevo Gobierno para resolver la gravísima crisis política y económica que padece el país.Todos los partidos, a excepción del FSLN y el ultraizquierdista MAP-ML, han elaborado un documento, aún no publicado, en el que concluyen que las elecciones del 4 de noviembre no sólo no han contribuido a resolver la crisis nacional, sino que ésta se ha agravado en los dos meses transcurridos.
Los nueve partidos que participan en este diálogo político, del que se retiró el partido gobernante a finales de noviembre, exigen que el FSLN cumpla en la futura Constitución los compromisos preelectorales asumidos junto con las demás fuerzas políticas: mantenimiento de las elecciones como único sistema de recambio del poder y garantía de las libertades.
La apabullante victoria electoral obtenida por los sandinistas ha tenido la virtud de aproximar a partidos políticos que van desde los conservadores a los comunistas. Todos ellos luchan ahora por su propia supervivencia. Los que participan en la asamblea quieren asegurar su voz a la hora de elaborar la nueva Constitución, y los cuatro agrupados en la Coordinadora Democrática, que se abstuvieron en el proceso electoral, tratan de mantener su personalidad jurídica.
El comandante Carlos Núñez, elegido ayer presidente de la nueva asamblea, se ha encargado de puntualizar que el cauce para el diálogo es desde ahora el nuevo Congreso. Si esto es así, al FSLN le basta con manejar su apisonadora (61 de 96 votos) para imponer el texto constitucional que desee.
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