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Humanismo

Impresionados por lo vivido en la segunda guerra mundial, por la pesadilla del tiempo del desprecio de lo humano desencadenada por el nazismo y la fatal identificación entre humanismo y terror evidenciada en las democracias socialistas, filósofos y moralistas se pasaron la década de los años cincuenta especulando sobre las posibilidades de un nuevo humanismo radicado en un país imaginario donde hubiera sido posible la síntesis entre el reino de la necesidad y el reino de la libertad. Recuerdo las elucubraciones de Henri Lefebvre sobre el tema, rodeado de sabios como Haldane o Merleau Ponty, Bernal o Monod, Lacroix o Lanza del Vasto.Cuarenta años de democracia socialista en Polonia no sólo no han aportado el hombre nuevo, el prestigiado y utópico hombre total, sino que ni siquiera han conseguido un nuevo tipo de torturador. La confesión de los policías matarifes del cura polaco podía ser la de cualquier gorila de Pinochet o de Videla o la de cualquier paisano nuestro al que se le fue la mano en el transcurso de lo que la agencia Cifra llamaba "hábil interrogatorio". Cuarenta años después de la revolución, la seguridad del Estado necesita un escuadrón de la muerte, socialista desde luego, y lo necesita porque la presión de la sociedad civil ha conseguido parcelas de luz pública sobre las que es muy difícil ejercer una represión incontestada. Y si el actual Gobierno polaco ha tirado de la manta, sin duda ha sido por el protagonismo de la presión de una sociedad ya no dispuesta a asumir crímenes de Estado.

Las libertades democráticas pueden ser manipuladas por el poder económico y por el político, es indudable. Pero hoy por hoy, visto lo que hemos visto a lo largo de casi 200 años de democracia burguesa y casi 70 de democracia socialista, las libertades democráticas son los únicos instrumentos que pueden fiscalizar la tentación despótica del poder, la misma naturaleza despótica del poder y sus disfrutadores principales y sus especialistas. No hay otro humanismo positivo que el capaz de neutralizar la prepotencia del verdugo. Así en la tierra como en el cielo.

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