De la samba a los cañones
Brasil ha escalado un lugar de privilegio entre los abastecedores de material bélico
Con el comienzo, el mes pasado, en algún punto cerca de Riad, capital de Arabia Saudí, de las primeras pruebas en el desierto del carro de combate Osorio, la industria bélica brasileña se ha colocado a un paso de alcanzar su más ambiciosa meta: penetrar en uno de los más importantes mercados compradores del mundo, capaz de adquirir de una sola vez por valor de 4.500 millones de dólares, como ocurrió en enero de este año con la compra a Francia de sistemas móviles de misiles antiaéreos
Las negociaciones entre brasileños y saudíes son, de hecho, la culminación de una serie de conquistas realizadas en los últimos años por la más dinámica industria de Brasil, la industria de material bélico. Hoy día el país puede presentar catálogos que incluyen desde vehículos blindados a aviones, desde sistemas de cohetes a municiones, y una lista de clientes que van de Irak a Paraguay, de Túnez a Honduras, de Chipre a Bolivia, de Egipto a Chile, de Gabón a Ecuador. Sólo de uno de sus poductos, el vehículo blindado Cascavel, Brasil ha vendido más de ,5.000 unidades.Todas las cifras referentes a ventas realizadas y todas las pistas relacionadas con negocios en marcha están rodeadas de misterio por las autoridades brasileñas. Aun así, se sabe que en los últimos tres años las ventas de armas brasileñas al exterior significaron ingresos alrededor de 1.700 millones de dólares. La industria bélica emplea en Brasil a unas 80.000 personas, distribuidas en 35.0 empresas que fabrican componentes para el montaje de armas.
Importantes industrias tradicionales están cambiando sus líneas de productos, atraídas por el prometedor mercado de las armas. La tradicional fábrica de cajas fuertes Bernardini está montando un carro de combate medio, el Tamoyo, y las máquinas de coser Vigorelli están siendo reemplazadas por ametralladoras ligeras, también Vigorelli.
Todo empezó hace menos de 10 años. Según el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, brigadier Waldir de Vasconcellos, el punto de partida fue la necesidad de reequipar al Ejército brasileño: "El país no podía, solo, financiar una industria que se desarrollara exclusivamente jara cubrir sus propias necesidades", explica. "La salida fue empezar una industria con vistas a las exportaciones".
Hoy el 75% de las necesidades de las fuerzas armadas brasileñas se cubre con productos nacionales. Y hay armas brasileñas en los cinco continentes. El Cascavel, por ejemplo, tuvo su bautismo de fuego, bajo el mando del coronel Muanimar el Gaddafi, con las fuerzas libias que se enfrentaron a los tanques egipcios de fabricación soviética en el conflicto fronterizo entre los dos países en 1977.
Egipto ha comprado 120 aviones Tucano, un turbohélice que es uno de los grandes éxitos de la industria bélica brasileña. Un Tucano cuesta casi dos millones de dólares (340 millones de pesetas). Y de los 120 comprados por los egipcios, 80 serán transferidos a Irak a través de un convenio entre los dos países. Los iraquíes son otros asiduos compradores de las armas brasileñas.
En la tabla de honor
Considerado en la actualidad entre los diez máximos -proveedores del mercado mundial de material bélico, Brasil tiene como objetivo central penetrar en los países del Tercer Mundo. Engesa es la principal industria del ramo y fabrica principalmente vehículos blindados. Además del Cascavel, la firma fabrica un anfibio, el Urutu (nombres de víboras), que ha sido comprado por 30 países. Y ahora acaba de presentar su nueva estrella, el carro de combate pesado Osorio, que cuesta casi 340 millones de pesetas y está equipado con un sistema de disparo por ordenador, además de componentes ópticos y electrónicos simplificados, creados para ser utilizados sin problemas por las tropas de países del Tercer Mundo.
Otra importante industria es Avibras, que produce el producto brasileño más sofisticado y avanzado: el Astros 11. Cada unidad vale 10 millones de dólares (casi 1.700 millones de pesetas), y su capacidad de fuego se considera formidable,
Otra firma importante de la industria bélica es Embraer, que fabrica los aviones Tucano, bandeirantes (versión civil) de transporte de pasajeros, el Brasilia y el Xingu, para transporte de tropas.
La industria brasileña, además, está siempre lista para atender a las exigencias de sus clientes. Irak, por ejemplo, sugirió nada menos que 220 modificaciones en el prototipo original de los blindados Cascavel, que incluían la instalación de brújulas para orientación en el desierto.
Con los saudíes, los brasileños esperan haber encontrado un cliente capaz de gastar de una sola vez 500 millones de dólares. Pero hasta ahora no ha sido firmado ningún pedido en firme. Lo que sí se ha conseguido, sin embargo, es un significativo convenio de cooperación militar por el que Arabia Saudí podrá fabricar el más sofisticado material bélico brasileño. También los chinos estudian la posibilidad de un acuerdo para la fabricación en China de 2.000 blindados Cascavel. Cuando termine el año, Brasil habrá vendido material bélico valorado entre 1.500 y 2.000 millones de dólares.
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