Estados Unidos y Suráfrica
The New York TimesEl presidente Reagan ha reconocido finalmente que la diplomacia tranquila no es la vía más efectiva para persuadir a Suráfrica de abandonar su despreciable sistema de apartheid. En su declaración con motivo del Día de los Derechos Humanos, afirma que los americanos se oponen firmemente y tratan de acabar con esas afrentas a la conciencia humana, así como con las manifiestas injusticias del sistema de apartheid.
Sólo la semana pasada, al recibir al obispo Tutu de Johanesburgo en la Casa Blanca, Reagan se adhirió a la política de compromiso activo con Suráfrica. Esta política parece orientarse hacia una condenación vigorosa, así como a acciones hostiles. El cambio en el tono obedece a la indignacion pública provocada por las recientes medidas de represión de Pretoria contra los disidentes. La indignación alcanzó hasta los miembros más conservadores del propio partido de Reagan. Y la liberación de algunos disidentes por el Gobierno de Suráfrica es el mejor argumento para continuar la pública protesta.
Inmoral, malo y totalmente anticristiano. Así es como el obispo Tutu, premio Nobel de la Paz de este año, caracterizó la insistencia de la Administración Reagan de que una cortés persuasión puede llevar gradualmente a la minoría blanca surafricana a cesar la explotación de 22 millones de negros. Insistió en que una línea suave de conducta envalentona a Pretoria a practicar una política más represiva. ( ... ). Seguramente han sido todas estas protestas, mejor que cualquier diplomacia tranquila, las que obligaron a la liberación de 23 detenidos políticos negros.
13 de diciembre
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