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Tribuna:OFICIOS
Tribuna
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El detective privado

Para lo que todavía es España, un país rústico con limitadas insolvencias fingidas, calladas infidelidades matrimoniales y aceptada duplicidad de empleo, la cosecha anual de 100 detectives privados con semilla universitaria parece suficiente.Estos detectives salen de la Escuela de Criminología (facultad de Derecho de Madrid o Barcelona) luego de seguir tres cursos académicos sorbiendo la sopa de Lombroso con los tostones del criminal nato, haciendo prácticas de tiro al plato con arma corta y leyendo a Agatha Christie en el autobús.

Pero los titulados de grado me dio encargan la placa de bronce para la puerta del entresuelo, cuelgan de la pared el escudo de su Asociación Nacional de Detectives Privados, un escudo precioso que produce escalofríos, y esperan suerte con la desgracia ajena. Así es la vida. Y así es su escudo: un águila (por aquello de la vista), un microscopio y un puñal atravesan do un libro. Además posee ornamentos múltiples de rayos de plata alrededor del fastuoso emblema Son 340 con licencia gubernativa en toda España.

Don Gabriel Pérez, detective, de 42 años, puso en su puerta de San Bernardo, 95, una lupa al estilo Sherlock Holmes. O sea, una lupa de mucho aumento. Y ahora le vemos detrás de esa lupa con cara de arcángel investigador: "Me llegan infinidad de variados asuntos. El más frecuente es el padre que viene muy preocupado por el hijo o la hija adolescente. ¿Lleva una vida normal? ¿Se droga? ¿Se acuesta la muchacha, aún tan joven, con algún vicioso que la pervierte? Quiere saber. Teme lo peor. Sospecha.Y pide una investigación".

Cara hinchada a bofetadas Es un caso de observación de persona. Y el detective se pone en acción. Destaca a dos o tres auxiliares (en España hay 3.000 auxiliares) y, con un poco de suerte, en una semana ya tiene elaborado el informe. "La seguimos a la discoteca. Nos metemos con ella en el cine. Vamos detrás en otro automóvil. Subimos al apartamento y escuchamos detrás de la puerta. Todo. Y, de pronto, descubrimos la verdad. Triste verdad, pues las sospechas de quien encarga una investigación suelen ser justificadas", añade Pérez.

A la jovencita la pillan, si es preciso, desde el umbral del dormitorio, donde a ratos duerme y a ratos la duermen. Con la dura noticia van al papá a contarle el hallazgo. "El padre se desmorona de dolor y de horror, tanto si es un padre de familia acomodada como si es uno de origen modesto".

Por semejante trabajo, el detective cobra en torno a las 30.000 pesetas diarias (gastos aparte si hay viajes, hoteles, etcétera). Pero su labor, insiste Pérez, es crucial: "Prevenimos el delito, somos un freno a la delincuencia juvenil y el informe es secreto; fuera de quien lo encomienda, nadie tiene acceso a él, a menos que medie un mandamiento judicial".

Hasta ahora, este investigador no ha tenido problemas físicos. "Cabe el riesgo de que la víctima del informe te busque y te ponga la cara hinchada de bofetadas, pero a mí aún no me la han tocado", concluye este detective, admirador de sus colegas británicos.

¿Se investigan unós investigadores a los otros? ¿Vive el detective su profesión con tanta intensidad como para investigar a su círculo de amistades, al lechero, a la verdulera y al conserje? "En absoluto, más bien al revés: investigas en las horas de trabajo y olvidas la profesión fuera de las horas de oficina", dice una de las pocas detectives privadas en España, Victoria Benítez, de 32 años, casada (con otro detective que trabaja aparte) y madre de un niño.Esta detective femenina abrió un despacho coquetón en Goya 34, y aquí vienen los casos que ella resuelve. "Suelen llevarse una sorpresa al verme. Esperan encontrar al detective superman de las películas y me ven a mí, dispuesta a llevar el caso de espionaje industrial, tan al uso hoy".Por una consulta, Victoria Benítez pasa minuta de 1.000 pesetas. Luego, la tarifa depende de las dificultades de la investigación, la duración y los gastos. "Hace poco vino un empresario con la secretaria, persona de su total confianza. Querían que averiguara el ortigen de la fuga de información confidencial que se estaba produciendo. La secretaria aportaba datos. Era complicado. Al cabo de dos meses tuve la evidencia. Quien filtraba esa información era, precisamente, la secretaria".Para esta detective, lo impor-

tante en su oficio es la intuición, el

ingenio, la lógica y la iniciativa.

Son frecuentes, y muy tristes, los

casos de paranoicos que tra ' sladan

su manía persecutoria al detective.

Pero el detective detecta. "Me

quieren matar, me siguen por to

das partes, me observan, dice el

paranoico. Y no es cierto. Es duro

decirle que su caso es el de un en

fermo, y que la solución no va a en

contrarla aquí, sino en un psiquia

tra", explica Victoria Benítez."Ataques de cuerno0

Para figurar en buen lugar dentro de la guía telefónica, el detective Jesús Martínez, de 39 años, dio el nombre Adip (que no significa nada) a su negocio, situado en Almagro, 11. Es una oficina lujosa, frecuentada por clientes de clase media-alta. Con la pistola en el cajón de su mesa, por lo que pueda pasar, y una sonrisa de actor de éxito, Martínez dice: "A veces pienso que la razón no la tienen esos padres que espían a sus hijos, sino que la tienen los hijos, que no reciben afecto de los padres, que huyen de casa y se escapan porque la familia es inaguantable". Y viene el papá y dice: "¡Usted, detective, búsqueme al niño!". Y entonces Martínez lo busca. Como ha hecho con una muchacha que desapareció tres veces. "La encontrábamos, la llevábamos dulcemente a su casa y el padre la esperaba allí para arrearle dos buenas bofetadas o cuatro bofetadas. Hasta que le dije que era un bárbaro, que la próxima vez la buscara él".

Luego llegan los ataques de cuernos. Mucho cuerno, aunque el divorcio ha afeitado astas. Es digno de compasión el cónyuge engañado, personaje de la literatura intemporal. Llega el cornudo y enmudece. El detective lo ve clarísimo; ve que es un caso de cornamenta galopante. Puede embestir en cualquier momento. Y sigue al interesado (o interesada), y la realidad supera a la imaginación. "Bueno, caballero, le digo al cliente, puede usted venir,que ya tenemos el informe de la investigación, que ha salido positiva", anuncia Martínez al clientevíctima. "Pobrecillo, le entrego el papel y si pudiera se metería debajo de la mesa; murmura: vaya, vaya, lo suponía; tomaré las medidas oportunas...".

Al detective le toca ir a juicios de divorcios con pruebas documentadas. Y si se trata de casos de duplicidad de trabajo, de baja laboral simulada, de absentismos, el detective está seguro de que cumple una labor social de primer orden. Así lo cree Pedro Pizarro, de 35 años, desde un ático de Francisco Silvela, 54. "Soy soltero, tengo licencia de armas porque fui nombrado tesorero de la Asociación Nacional de Detectives Privados, pero lo que disparo más a gusto es la cámara fotográfica con teleobjetivo", declarw Pizarro, especialista en investigaciones laborales. ¡Y vaya si dispara instantáneas! Todas harán falta para apoyar el informe del obrero que se ' da de baja por problema hepático y para fortalecer su hígado recorre tascas pidiendo morro de cerdo y callos picantes en sendos aperitivos rociados con tintorro. "Un 90% de los casos investigados de baja fingida o duplicidad laboral, esa poligamia moderna, resulta efectivo. ¿No vale la pena gastar 80.000 pesetas (precio medio de la investigación) para poder despedir al obrero infiel? ¿Y qué decir de ese representante que cobra de una empresa por un trabajo en exclusiva y lo pillamos coqueteando con la competencia? ¿No son aún más perjudiciales los cuernos laborales que los matrimoniales?", se pregunta el detective Pizarro.

Para lograr el éxito investigador, los medios son múltiples. "Te pones cerca del investigado, oyes lo que dice sin que sepa quién eres, le das fuego en la barra del bar; incluso provocas el accidente de echarle encima el café, pides disculpas, entablas conversación y él, ingenuamente, larga que es un placer...", añade el detective-tesorero.

¡Un tesoro de modernidad electrónica es esto de la investigación a tanto la hora.' Hay hijos que desean investigar al padre que se echa querida y hace chorradas de viejo verde, con riesgo para la herencia. Hay esposas que quieren ver al marido hecho una equis sobre la cama ¡lícita, tal vez con un gay, mientras ellas amamantan a la descendencia. Hay colegios que ansían descubrir al camello que vende joint detrás de la sacristía del centro privado docente, con peligro para la salud física del alumnado y para la salud moral de la enseñanza. Y el investigador exclama: "¡Oh, qué útiles podemos ser los detectives privados al sector no sólo privado, sino también público; a la Seguridad Social, que bien podría darnos investigaciones que ahorrarían millones de pesetas al contribuyente".

El detective no saca, con sus trapos sucios, conclusiones limpias. "El detective saca un informe objetivo sobre una conducta determinada, y si hay delito o presunción de él, su obligación es comunicarlo a la policía".

Con solera, un despacho a la antigua, padre e hijo metidos en la misma profesión, los Cerezo ofrecen sus servicios en la calle de Preciados, 35, detrás de una placa que dice Cisa. El hijo Cerezo imparte clases de técnicas y prácticas de investigación en la Escuela de Criminología de Madrid. El padre es el presidente de la Asociación Nacional de Detectives Privados. Dice el hijo, de 35 años, con más de 13 de práctica en el oficio: "Han decaído las investigaciones matrimoniales por lo del divorcio. Pero van en auge las financieras, de seguros y laborales. Empresarios que incendian la fábrica. Y te llama el seguro. Huele a chamusquina. Lo es. Y izás!, le birlas al empresario los millones...".

Por eso hay que estar muy alerta. "Pueden venir a pegarte. Yo tengo aquí mi revólver, que es útil para defenderme en caso de necesidad y con el que puedo dar escolta, un trabajo también muy interesante% concluye Agustín Cerezo..

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