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La escalada armamentista afecta a intelectuales y políticos, según Habermas

El filósofo alemán occidental Jürgen Habermas, en su primera conferencia ante un Parlamento, dijo ayer en el Congreso de los Diputados que políticos e intelectuales se encuentran desconcertados ante el aterrador panorama del aumento de las armas nucleares, el empobrecimiento de los pueblos en desarrollo, el paro en los países desarrollados o los efectos catastróficos de la tecnología. Habermas, considerado el heredero de la Escuela de Francfort, disertó sobre La pérdida de confianza en sí misma de la ccultura occidental.

Al acto, presidido por Peces-Barba, asistieron, entre otros, el que fue presidente de la Cortes, Antonio Hernández Gil, y el Defensor del Pueblo Joaquín Ruiz Jiménez. El profesor Habermas, que al mediodía de hoy habla acerca de Reflexiones sobre el discurso, en la facultad de Filosofía de la universidad Complutense, hizo una descripción de la nueva conciencia del tiempo que ha cristalizado en nuestra cultura desde finales del siglo XVIII. El Zeitgeist o espíritu del tiempo se integra en cada época como el resultado de dos tendencias contrapuestas: la del pensar histórico, que pugna por conservar el pasado, y la del pensar utópico, que cumple la función de abrir horizontes de futuro."Desde la Revolución Francesa, la conciencia de los tiempos modernos ha logrado una feliz conjunción de ambas tendencias, con predominio de la utopía", explicó Habermas. "Y así ha sido hasta casi ayer. Pero hoy parece como si las energías utópicas retrocedieran ante el pensamiento histórico y como si el horizonte del futuro se estrechase, ante el siglo XXI, con los problemas mencionados".

De acuerdo con Habermas, los intelectuales propenden a un pesimismo cultural, como si la estructura de nuestra época aconsejase abandonar las esperanzas paradisiacas, de las utopías secularizadas y el retorno a la religión. Así, no hay un fundamento serio para hablar de una posmodernidad que marque una ruptura con la utopías de los tiempos modernos.

"El núcleo fundamental de la utopía", dijo Habermas, "la idea de la emancipación del trabajo autónomo por parte de las clases trabajadoras, que tiene sus orígenes en el socialismo primitivo, ha encontrado realización en nuestro siglo en una multiplicidad de programas, desde el comunismo soviético en Rusia o los corporativismos fascistas en Italia, Alemania y España, hasta el Estado social predominante después de la II Guerra Mundial en los países occidentales".

Hoy se plantea la cuestión de "los límites de la compatibilidad del capitalismo con la democracia".

Reacciones

Las tres líneas de reacción ante estos problemas están representadas, según Habermas, por el legitimismo de la socialdemocracia, que hoy se encuentra a la defensiva; el neoconservadurismo de Reagan y Thatcher, que comporta duros costes para los estratos más pobres de la población, y la ambivalente actitud de los críticos y disidentes del crecimiento, con sus minorías que reivindican una alianza anti-productiva. Contra toda desilusión, según Habermas, habría que propugnar un esfuerzo de comunicación intersubjetiva que conquistase nuevas formas de vida.

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