Pemex simboliza para los mexicanos la esperanza en el futuro
Pemex (acrónimo de Petróleos Mexicanos) es para los mexicanos un nombre mágico. Simboliza el rescate de su mayor riqueza nacional y la esperanza de un futuro mejor. Pero la empresa de petróleos resume también una historia de corrupción vinculada a los escándalos financieros de la Administración de José López Portillo. Uno de sus últimos directores, Jorge Díaz Serrano, que convirtió a México en el tercer exportador mundial de hidrocarburos, lleva más de un año en la cárcel a la espera de juicio, tras haber sido despojado de su inmunidad de senador.
El nacimiento de Pemex es una consecuencia de la nacionalización del petróleo, decretada hace medio siglo por el presidente Lázaro Cárdenas. Una huelga y el posterior despido de los trabajadores sirvió de pretexto para esta decisión que arrebató a las multinacionales británicas y norteamericanas la explotación incontrolada del oro negro. Washington y Londres protestaron con dureza, pero estaban demasiado preocupados por la amenaza de Hitler para aplicar un escarmiento militar.Tuvieron que transcurrir 40 años para que México, sin entrar en la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleos), ocupara un lugar destacado en el mercado mundial del petróleo, de la mano del presidente López Portillo y de su protegido Díaz Serrano.
Los defensores del anterior Gobierno recuerdan, en medio de las denuncias de fraude y malversación, que fue en esos primeros seis años cuando México vislumbró por primera vez en su historia, gracias a los pozos del sureste, la posibilidad de salir del subdesarrollo.
La fiebre del petróleo sacudió los cimientos sociales mexicanos hasta el extremo de que López Portillo, en pleno delirio de grandeza, invitó a sus conciudadanos a que aprendieran a administrar la riqueza.
México pasó de autoabastecedor a exportar 1,5 millones de barriles diarios, lo que en términos monetarios significa aún hoy, después de la baja de precios, unos ingresos anuales que superan los 15.000 millones de dólares (unos 2,5 billones de pesetas).
Muchos se preguntan hoy, ante una deuda exterior de 90.000 millones de dólares, qué fue de ese prometido río de dinero. Una parte se destinó a ampliar los pozos de extracción, ya que, en otro caso, no se hubiera mantenido por mucho tiempo el lugar de privilegio ocupado en el mercado petrolero. Otra parte se dirigió a mejorar la insuficiente infraestructura industrial.
Un país moderno
En los planes de López Portillo, el petróleo debía sentar las bases de un país moderno, desarrollado, con capacidad para incorporarse al primer mundo.Como los ingresos anuales obtenidos con la venta del crudo no fueron suficientes, entró en una carrera de créditos, amparado siempre por unas reservas estimadas en unos 70 millones de barriles, equivalentes a la producción de 30 años, en los niveles actuales.
El dinero fácil y a veces incontrolable del petróleo se convirtió en una tentación excesiva para una administración sustentada sobre el compadreo y las lealtades vestidas de dólares. Más de 50 altos funcionarios del equipo anterior, en su mayoría procedentes de Pemex, figuran hoy en las listas de hombres buscados por la Interpol en todo el mundo.
La rápida expansión de Pemex contribuyó también a que se registraran fallos en sistemas de seguridad y a que, en algunas ocasiones, no se tuviera demasiado en cuenta el peligro que sus instalaciones entrañan para los núcleos urbanos próximos.
En el caso de la catástrofe ocurrida en la madrugada del pasado lunes en San Juanico, los directivos de la empresa rechazan toda responsabilidad por dos motivos: porque el fuego se originó fuera de la planta, y porque ésta se construyó años atrás en zona despoblada, aunque el crecimiento de la ciudad de México terminara por rodearla de viviendas.
Aunque el argumento no está exento de razón, pueden verse por todo el país instalaciones recientes de Pemex, sean refinerías, plantas de almacenamiento o simples pozos, levantadas en medio de pueblos a los que no se tuvo en cuenta simplemente porque el petróleo fue durante años la primera y casi única prioridad.
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