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Polémica sobre el trabajo de mujeres en el interior de las minas

Las reacciones sobre la incorporación de mujeres al trabajo, en el interior de las minas asturianas de carbón no dejan de sucederse. Casi podría asegurarse que constituye uno de los temas preferidos de la opinión pública del Principado desde que el presidente de la empresa Hulleras del Norte (Hunosa) Juan Tesoro, admitiera hace poco menos de un mes, y por primera vez en la historia, las solicitudes de tres jóvenes mujeres para ser ayudantes mineras

Ayer mismo, mientras una de las preseleccionadas, María Trinidad González Velasco, era sometida al preceptivo reconocimiento médico, el director provincial de Trabajo, Bernardo Fueyo, salía hacia Madrid para consultar las dudas planteadas por los propios dirigentes de Hunosa sobre la legalidad de la contratación: una disposición de la Organización Internacional del Trabajo prohíbe expresamente el trabajo de las mujeres en el interior de las minas.Los periódicos asturianos insertan casi a diario cartas y opiniones muy dispares sobre el tema. En estos comentarios predominan los tópicos de la fuerza física y la sexualidad, y los lugares comunes en torno al derecho prioritario de los hombres a conseguir trabajo.

El secretario de información de CC OO en la sección sindical de Hunosa, J. Emilio Morán, escribía la pasada semana en un diario regional que un acuerdo "de este calibre debería pasar por el poder legislativo, es decir, el Parlamento español".

El dirigente de CC OO, tras hacer la salvedad de que él rechazaba "el tópico de las relaciones sexuales en la profundidad de la mina", preguntaba al presidente de Hunosa "si no piensa qué derechos va a tener una compañera en estado de gestación, cuando la legislación está pensada, hecha y aplicada por hombres y para hombres. ¿Qué trabajos puede realizar durante el período de menstruación, cuánto tiempo y en qué horas para la lactancia, qué vestuarios le tiene preparados el señor presidente? No es que me moleste cambiarme junto a una compañera, "pero puestos en esta disyuntiva, ¿les gustaría a los que tomaron la decisión que sus esposas se cambiaran junto a mí? Supongo que no". Entre tanto, otros conocidos dirigentes políticos y sindicales de izquierdas comentan la controvertida cuestión en privado. Sus juicios no se corresponden siempre con sus declaraciones públicas,

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