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El INLE se resigna a perder su autonomía

El Instituto Nacional del Libro Español (INLE) perderá su autonomía en cuanto la ley de Presupuestos Generales del Estado sea aprobada por las Cortes. Un real decreto desarrollará después cuáles son las funciones que seguirá desempeñando este organismo y cuáles pasarán a depender de las distintas ramas de la industria del libro. Sea cual sea la solución definitiva, la medida ha causado cierta inquietud dentro del INLE.

El Instituto Nacional del Libro Español está situado en la calle de Santiago Rusiñol, 8, de Madrid, y en él trabajan 76 personas. Por las cinco plantas del edificio desfilan diariamente numerosos industriales del sector en busca de soluciones para los diferentes problemas que se les pueden plantear. Otros muchos encuentran telefónicamente las orientaciones a sus dudas inmediatas. Lo cierto es que son raros los editores (de los que hay censados 2.100), los libreros (con 8.000 puntos de venta fijos), e incluso los gráficos y los escritores que no hayan recurrido en alguna ocasión a solicitar cualquier clase de ayuda.Pero, ¿cúales han sido hasta ahora las funciones de este organismo? Los antecedentes del INLE se remontan hasta 1920, año en que se crea el Comité Oficial del Libro, que sería reorganizado y transformado en 1935 en Instituto del Libro Español (ILE). La N, de nacional, no sería incluida hasta 1939. Este organismo, con unos u otros nombres, tuvo siempre determinadas peculiaridades al estar considerado legalmente como un organismo autónomo de base corporativa, según explica su actual director, Rafael Martínez Alés. "Era una figura administrativa atípica, porque, además, estaba excluido de la ley de Entidades Autónomas", recuerda Martínez Alés, y hasta finales de 1981 se financia a sí mismo con las cuotas de los agremiados y con los beneficios procedentes de la tramitación de licencias de importación y exportación, el pago de royalties y la distribución del cupo del papel.

Dentro del paquete de recursos propios se incluye la distribución de la revista de El libro español y la realización del ISBN (sistema de catalogación de libros). Además, había que añadir una dotación simbólica, de alrededor de dos millones de pesetas, procedentes de los Presupuestos Generales del Estado.

Pérdida de recursos

En enero de 1982 el INLE perdió su autonomía económica y pasé a ser financiado por los Presupuestos Generales del Estado. Este cambio fue debido a que la mayor fuente de ingresos, la tramitación de licencias de importación y exportación, fue transferida al Ministerio de Economía y Hacienda y a las Cámaras del Libro. El INLE se convierte así en un organismo autónomo de base administrativa, aunque no se altera su naturaleza jurídica.Es en este mismo año cuando se replantean las funciones del INLE, de forma que las funciones de gestión pierden prioridad en aras de la promoción, objetivo más acorde con los de los antecedentes remotos de este organismo.

Ya dentro de las gestiones habituales, las más conocidas por el público ajeno al sector pueden ser la organización de campañas de lectura y ferias del libro. Pero hay otras muchas actividades específicas del sector que gozan de menos publicidad pero de semejante utilidad.

Rafael Martínez Alés destaca un primer bloque de actividades que dependen directamente de la secretaría general y que tratan de temas de carácter jurídico. Una de estas funciones del secretario general consiste en presidir un órgano de arbitraje sectorial, que carece de carácter jurisdiccional y que no obliga a las partes. Pese a ello, los dictámenes son normalmente cumplidos por quienes se someten a este tribunal, como lo prueba el hecho de que de los 25 casos que se plantearon el pasado año, sólo uno pasó a los tribunales ordinarios de justicia.

La información es otra de las actividades fundamentales del INLE y la que mayor demanda tiene por parte de los asociados. La experiencia de 30 años sirve para realizar funciones de asesoramiento para asuntos tales como la petición de créditos o dictámenes y temas relacionados con el mundo de la edición, y, por el mismo precio -todos estos servicios son gratuitos-, se suelen dar consejos de actuación.

En el capítulo de ferias y certámenes del libro, tanto nacionales como internacionales, el INLE participa dando una información detallada de campos específicos de la edición española, así como colaborando en la infraestructura ferial.

Las ferias locales solicitan habitualmente asesoramiento organizativo al INLE, aunque este organismo participa directamente de muy diversas maneras.

Funciones privatizables

Dentro de la pura formación e información, el INLE se ocupa de editar la revista El libro español, publicación mensual que se distribuye por suscripción y que recoge todas las novedades de edición.Junto a la edición del ISBN, los catálogos especializados constituyen otra importante actividad informativa. Se editan con motivo de los más importantes certámenes del libro, y, normalmente, recogen campos específicos del sector editorial español.

A la hora de elaborar el real decreto, Rafael Martínez Alés opina que la realización de la revista y del ISBN son funciones claramente privatizables. Lo mismo piensa del control de la distribución del cupo del papel.

En cambio, considera labor propia del INLE la organización de ferias y exposiciones, así como la actual labor de información. Por su parte, el director general del Libro y Bibliotecas, Jaime Salinas, prefiere no hacer "futurismo ni ciencia ficción" y esperar a que el Ministerio de Cultura, del que depende el INLE, estudie detalladamente el futuro de este organismo.

Por su parte, Francisco Pérez González, presidente de la Federación de Gremios de Editores de Libros, advierte que "preferiríamos que el INLE siguiera como hasta ahora. Somos realistas ante un hecho incontestable: se remodelan las instituciones autonómicas. Nosotros tenemos la sensación de búsqueda de una nueva fórmula en la que se oirá nuestra opinión para dar un nuevo enfoque y que el diseño se adapte a la nueva situación".

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