1987, Año Internacional de la Vivienda para las Personas sin Hogar
Hace algo más de un cuarto de siglo se reconoció universalmente que la vivienda digna es un derecho fundamental. En este período, la situación global del hábitat ha empeorado de forma alarmante y no se vislumbran síntomas que induzcan al optimismo. Hoy, más de 100 millones de personas no tienen ningún tipo de cobijo, viven y duermen en calles, terrenos baldíos o a resguardo de una pared usurpada. Más de 1.000 millones viven en chabolas, ranchitos, conventillos, villas miseria.... sin servicios, sin agua, sin las mínimas condiciones higiénicas,. En este medio, no extraña que cada día, ayer, hoy, mañana... mueran 50.000 personas, en gran parte niños, aquejadas de mal nutrición y enfermedades provocadas en muchos casos por las deficiencias del cobijo.
La dramática carencia de viviendas se enmarca en un contexto macroeconómico que refleja con nitidez cómo en los países hoy llamados eufemísticamente en vías de desarrollo -ayer, simplemente, subdesarrollados- las tasas de inversión en vivienda están decreciendo en forma sostenida, mientras que el coste de materiales y equipos de construcción importados aumenta de forma contundente.Puede ser clarificador el dato de que la tonelada de cemento que sale de una factoría europea valiendo uno llegue a manos del constructor de pueblo africano al precio de ocho. Más contundente aún resulta que el poder adquisitivo de un obrero escandinavo equivalga a 10 sacos de cemento por día de trabajo, que sea de sólo un saco en el caso de ser latinoamericano, para bajar a un décimo de saco si este obrero es africano.
Si además se tiene en cuenta el pronóstico fiable de que desde ahora al año 2000 la población aumentará en unos 2. 100 millones de habitantes, se comprenden las razones por las que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha proclamado 1987 como Año Internacional de la Vivienda para las Personas sin Hogar. El principio que anima esta proclama es el de asegurar un renovado compromiso y la adopción de medidas eficaces dentro de los países, y entre ellos, para ayudar a los millones de pobres del mundo entero a construir o mejorar sus viviendas".
Cooperación solidaria Ante 1987, tan sólo a un quinquenio del quinto centenario del Descubrimiento, nuestro país debe hacer algo más que esperar pacientemente ambas fechas para pasar a preparar apresuradamente bellos discursos.
No conocemos un sector productivo nacional que esté en mejores condiciones que el de la construcción para abordar con éxito una operación de alcance que, mediante un ponderado equilibrio entre cooperación solidaria e intervención mercantil, arraigase aún más dignamente nuestra presencia en Latinoamérica, una de las áreas donde el hambre de viviendas es más dramática.
Operación audazUn nivel tecnológico equiparable al de los mejores competidores, equipos humanos con probada experiencia, una actividad constructora que está ejecutando un tercio de su volumen de obras fuera de nuestras fronteras, un sector cementero líder mundial en exportación... son datos sobre los que se puede cimentar una operación imaginativa y audaz que, diseñada y patrocinada desde la Administración en su faceta de cooperación solidaria -¡qué menos pedir de un Gobierno socialista!-, permitiría como una consecuencia -de ello hay suficientes hechos constatables- el dilatar y profundizar la actividad económica de nuestras empresas.
El año 1987, Año Internacional de la Vivienda para las Personas sin Hogar, plantea un reto a nuestra solidaridad colectiva, especialmente con los pueblos hermanos, como suelen llamarlos nuestros políticos. También puede ser una magnífica ocasión para, coordinando previamente todo lo que de forma dispersa se hace, abordar con seriedad una cooperación fraterna en materia de vivienda.
Intensificar la cooperación técnica iniciada recientemente entre el Ministerio de Obras Públicas y las Naciones Unidas en América Latina; fomentar planes conjuntos de investigación aplicada en vivienda y sus materiales; crear y sufragar centros de desarrollo y divulgación de tecnologías apropiadas; ejecutar realizaciones de carácter piloto, especialmente en el llamado sector informal, incrementar la presencia de cooperantes españoles en las obras, administración, investigación y docencia, a solicitud de los distintos países; apoyar la creación de gérmenes de infraestructura industrial mediante el envío de bienes de equipo nacionales; programar e impartir cursos itinerantes para posgraduados..., podrían ser algunas acciones para un programa de hechos cara a 1987 y 1992.
es doctor ingeniero industrial, responsable del proyecto de investigación del CSIC sobre Viviendas de Muy Bajo Coste.
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