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El escrutinio de un 5% de los votos emitidos confirmaba ya la abrumadora victoria de Reagan sobre Mondale

Viene de la primera página

La victoria del actual equipo Ronald Reagan-George Bush se presenta como abrumadora. Con el 5% de votos escrutados —a las 3.30, hora peninsular española— el presidente Reagan ganaba por el 61% de los votos sobre el 39% para Walter Mondale. A las 2.05, tres horas antes de que se cerraran los colegios electorales en la costa oeste norteamericana, la cadena de televisión CBS anunció como ganador a Reagan.

En cuanto a votos electorales —de los cuales Reagan necesita 270 para ganar— éste contaba con 309 votos electorales, frente a 3 para Mondale, en el Distrito de Columbia, según el sondeo poselectoral de la CBS. Reagan ganaba, según las primeras estimaciones conjuntas de CBS y del diario The New York Times, imponiéndose en la totalidad de los primeros 24 estados que habían cerrado los colegios electorales: Indiana, Kentucky, Florida, Georgia, Virginia, Alabama, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Misisipí, New Hampshire, Ohio, Virginia del Oeste, Nueva Jersey, Illinois, Michigan, Tejas, Connecticut, Maine, Delawarer, Tennesse, Oklahoma, Kansas, Missouri, y Dakota del Norte. Cabe destacar que Reagan ganaba, incluso, en estados como Ohio, en el medio-oeste del país, caracterizados por el alto índice de desempleo. Igualmente en Virginia del Oeste, otro de los 50 estados de la Unión, con una de las economías más deprimidas del país.

Al tiempo que se confirmaba el aval de victoria Reagan-Bush, en cuanto a inquilinos en la Casa Blanca para otros cuatro años, también se predecía la casi segura continuidad de la mayoría republicana en el Senado y sustanciales ganancias en la Cámara de Representantes, donde se prevé que los demócratas mantengan la mayoría. En definitiva casi un cheque en blanco para la segunda Administración Reagan-Bush, que gobernará hasta enero de 1.989, que puede acentuar el estilo de revolución conservadora que Reagan ya dio a sus primeros cuatro años de presidencia.

Resulta significativo que en la primera sesión de la Bolsa en la historia de una jornada de elección presidencial, el índice de valores industriales Dow Jones en Wall Street, Nueva York, subió ayer 14, 91 puntos, cerrando al nivel más alto alcanzado desde el pasado 23 de enero. Los expertos afirman que se trata de una apuesta anticipada sobre la victoria de Ronald Reagan y la posibilidad de un descenso en los tipos de interés. La reelección de Reagan reforzará la presión sobre el Banco de la Reserva Federal (la institución que ejerce el papel de banco central en EEUU) para aliviar las restricciones monetarias. El dólar subió también ayer en Nueva York.

La hora de la verdad de la campaña electoral llegará con el recuento de votos de cerca de 100 millones de americanos que previsiblemente acudieron a los centros de votación, frente a los 85 millones que acudieron a votar en 1980. El balance —cuyo resultado se conocerá a primeras horas de la mañana de hoy, hora peninsular española— deberá confirmar la abrumadora inicial victoria para el actual equipo del presidente Reagan y el vicepresidente, George Bush.

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Cuatro años más

Con los eslóganes de Cuatro años más, cuatro años más, los partidarios de Ronald Reagan cerraron el último acto electoral, en San Diego (California). Para Mondale la campaña acabó en San Paul (Minnessota), prediciendo, contra todos los pronósticos, que los republicanos se "llevarán la mayor sorpresa de su vida", refiriéndose, naturalmente, a la escasa probabilidad de que todos los sondeos se hayan equivocado.

En realidad, los norteameridanos han tenido ante sí dos opciones de voto bastante claras, donde ha predominado el estilo, por encima de los programas. Pero, sobre todo, ha prevalecido la situación del bolsillo de cada ciudadano.

Ronald Reagan, que cerró su campaña con una alocución televisada —pagada como propaganda electoral—, insistió en "el futuro de ese sueño que nosotros llamamos América".

Ni la edad del presidente Reagan, ni sus signos de senilidad —se duerme en algunos consejos de ministros, tiene lapsus de memoria y se equivoca con frecuencia en sus debates o conferencias de Prensa, en las que no cuenta con un texto escrito—, era suficiente para que los norteamericanos pusieran en duda sus futuras condiciones de gobernante de la primera potencia del mundo capitalista.

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