El precio de las entradas y el nivel de calidad contribuyeron al éxito de la Semana de Cine de Valladolid
El desarrollo de la 29ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que fue clausurada el domingo pasado por el ministro de Cultura, ha confirmado plenamente las previsiones iniciales, despejando de forma positiva las dudas que podían cernirse sobre la nueva orientación dada por Fernando Lara, director del festival. El nivel de calidad ha sido notable, la organización ha funcionado y el éxito de público ha ratificado totalmente la creencia de que esta línea es la acertada. Para quien ha seguido año tras año la Seminci ha sorprendido la gran respuesta del público, sobre todo el joven, a las películas programadas. A los enormes éxitos de taquilla han contribuido sin duda el bajo coste de las entradas y el hecho de que éstas no fuesen numeradas.
Valladolid ha vibrado con su festival, y esto, en una ciudad fría y tan poco dada a exteriorizar sentimientos, no deja de ser destacable El ligero incremento del espectáculo en contraste con la austeridad espartana de ediciones anteriores, ha servido, asimismo, para que el certamen haya salido del estrecho círculo de críticos y cinéfilos y se haya derramado sobre la ciudad. El ambiente creado en torno al palacio de la ciudad, el teatro Calderón, tiene mucho que ver en esto, al igual que la presencia de rostros populares del mundo del cine. Lo que continúa escaseando, sin embargo, es la presencia de distribuidores, como si se quisiera dar la razón al piropo que hace años dedicó Claude Chabrol a la Seminci -"aquí se viene a ver cine y no a vender cine"-.
La ausencia de filmes que hayan supuesto descubrimiento de nuevos valores o consagración de principiantes es quizá uno de los escasos peros que se pueden poner a la 29ª Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Cielos paralelos
Lo que sí se puede inventar, y ése ha sido otro de los logros del festival, son ciclos paralelos, y ahí la imaginación y la calidad han estado a buena altura. Desde Argentina en libertad, que ha atraído a muchos críticos alejándoles de la sección oficial, hasta Tiempos de historia, excelente ocasión para ver trabajos que trascienden de lo meramente cinematográfico, pasando por el ciclo de Mario Camus, las secciones paralelas han funcionado, lo mismo que lo han hecho los homenajes, con mención especial para un Yilmaz Güney, cuya sola mención provocaba ovaciones en las salas.Una de las incógnitas que ha quedado por despejar es si el Ministerio de Cultura se decidirá a incluir a Valladolid en la lista de festivales con subvención oficial. Javier Solana no dijo ni sí ni no en la conferencia de prensa que precedió a la sesión de clausura, aunque aseguró que "la política actual en este campo no es eterna".
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