El arzobispo Obando y Bravo pide que los gobernantes sirvan a todo el pueblo

El arzobispo de Managua, Miguel Obando y Bravo, pidió ayer en su homilía habitual de los domingos que los gobernantes del país sean capaces de servir no sólo a los militantes de su partido, sino a todo el pueblo nicaragüense.Obando y Bravo se basó en varios ejemplos de la Biblia para demostrar los males que pueden causar a un país los gobernantes que ejercen el poder en beneficio propio y no del pueblo, aquellos que quitan de en medio a cuantos les hacen sombra. Entre los aplausos de una feligresía que abarrotaba la iglesia de Santo Domingo, criticó con dureza los abusos de poder.

Refiriéndose al diálogo iniciado estos días por todos los partidos políticos con la presencia de la Iglesia, el arzobispo dijo que para que éste dé frutos es necesario "estar dispuesto incluso a renunciar al poder si ello es necesario para alcanzar la paz".

El arzobispo Obando y Bravo, a quien ha señalado el Frente Sandinista en repetidas ocasiones como el principal opositor de la revolución, dijo que le dolía la muerte de cualquier persona, sea del lado que sea.

Después de preguntarse cuál será la fórmula para alcanzar la verdadera paz en Nicaragua, una paz que reivindique al hombre en su totalidad, dijo que será necesaria mucha imaginación por parte de los gobernantes para conseguirla.

El prelado terminó su homilía expresando el deseo de que "seamos capaces de encontrar una fórmula para alcanzar la paz".

En ningún momento de su homilía aludió el arzobispo a las elecciones que se celebraban ayer, aunque en declaraciones realizadas la semana pasada manifestó su escasa fe en la capacidad pacificadora de estos comicios.

Al término de la misa, Arturo Cruz, principal representante de la Coordinadora Democrática Nicaragüense, calificó al arzobispo de "el nicaragüense más amado por la ciudadanía". Añadió que si algún día decidiera entrar en la política directamente, Obando y Bravo barrería en cualquier elección, aunque añadió luego que estaba totalmente de acuerdo con la posición expresada por el Papa de que los sacerdotes no intervengan directamente en la vida política.