Dos obispos españoles condenan la 'teología de la liberación'
El secretario de la Conferencia Episcopal Española, Fernando Sebastián, descalificó la Teología de la liberación al a que se trata de una teología pragmática e interesada y que subvierte la esencia misma de la teología, aunque reconoció en los defensores de esta tendencia "grandes valores proféticos al haber colocado a la Iglesia frente al gran desafío de la pobreza y la injusticia". Estas manifestaciones las hizo en el transcurso de una cena, organizada el pasado día 29, por la Fundación de Estudios Sociológicos (Fundes).
En esta misma línea se pronunciaron también el ex vicario general castrense, el obispo Emilio Benavent, y el académico Julián Marías. La "cena con argumento" -según calificativo de los organizadores- tenía como motivo central de discusión la teología que recientemente fue puesta en entredicho por el Vaticano. Esta reunión presentaba el aliciente de contar con la presencia de dos obispos que podían romper el silencio que hasta ahora han mantenido los prelados sobre la mayor polémica doctrinal en la que se ha visto envuelta la Iglesia católica este año.Mientras otras conferencias episcopales ya se han pronunciado sobre el fenómeno de la teología de la liberación a raíz de la llamada a Roma del teólogo brasileño Leonardo Boff, los obispos españoles han preferido guardar silencio a pesar de las afinidades españolas con Latinoamérica, lugar donde ha nacido y arraigado la teología de la liberación. Parece que los obispos tampoco han tenido en cuenta que algunos de los teólogos que defienden esta doctrina son españoles. Por el contrario han existido movimientos de reflexión y apoyo sobre el alcance de esta doctrina en congresos y publicaciones teológicas recientes en los que han participado teólogos españoles y latinoamericanos.
Ante un auditorio de cerca de cincuenta personas, entre las que se encontraba el ex vicepresidente del Gobierno teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, el ex secretario de la Real Academia Española Rafael Lapesa y el catedrático de Sociología Salustiano del Campo, Fernando Sebastián no quiso ser muy clara sobre la incidencia de esta corriente en España aunque admitió que "hay círculos que están bastante identificados con la teología de la liberación pero son teólogos más de laboratorio y de pose y esto me parece peor que los propios teólógos de la liberación".
Para el secretario de la Conferencia Episcopal, los teólogos de la liberación "son buena gente, pero descentralizan el cristianismo en el sentido de que no tratan los problemas centrales el cristianismo como el misterio de la Santísima Trinidad, la muerte de Cristo ... temas reservados para los teólogos de raza".
Profetismo
Fernando Sebastián señaló que él podría discutir la Teología de la liberación sólo como un capítulo pastoral de la teología y "como desafío que ha puesto a todos en mala conciencia". 'Hay que reconocerles el gran servicio de denuncia que han prestado a la Iglesia en la línea del profetismo, pero han hecho una teología mala que conduce a una perver sión muy profunda de lo que es realmente el cristianismo"' ` La Teología de la libereción es mala, según Fernando Sebastián, "en su metodología porque es interesada, pragmática, con unos objetivos inmediatos; elude los aspectos contemplativos, intenta conseguir la transformación social y quiere provocar un movimiento de solidaridad a corto plazo; tiene como primer objetivo la transformación de las estructuras económicas y políticas y conduce a una temporalización del cristianismo, lo que equivale a una discriminación secularizadora de todo el mensaje de revelación cristiana; la Teología de la liberación sacraliza las realidades temporales que son sólo instrumentos del reino de Dios y, por consiguiente, se produce un endiosamiento de las cosas temporales que conduce a la frustración". Otro de los fallos de esta teología es, para el secretario de la Conferencia Episcopal, "la asunción indigesta de los conceptos marxistas". "Confunden en algunos momentos la fe con la práctica revolucionaria y esto es especialmente grave. Podemos tomar el ejemplo de Nicaragua. Si la verdad de la fe es favorecer la revolución, los dirigentes de la revolución se convierten en los mediadores de la Iglesia. Se desplaza así la atención de los cristianos de sus obispos a sus dirigentes políticos".
La vinculación al marxismo de la Teología de la liberación es también una de las principales críticas que hace a esta doctrina el obispo Emilio Benavent. "Entre los aspectos negativos de este movimiento destaca la asunción acrítica y romántica de unos mitos y criterios marxistas; la consideración de la lucha de clases como único motor de la historia y la reducción político-social que hacen del evangelio".
El ex vicario general castrense señaló, no obstante, algunos elementos positivos en esta teología: "supone una lectura viva, actual y apasionante de las Sagradas Escrituras -sobre todo en las ideas de pueblo oprimido, Dios liberador, bienaventuranzas y profetismo-; recuerda a la Iglesia su necesidad de solidarizarse con los pueblos oprimidos, de luchar por erradicar las causas de la injusticia y, además, presenta el ideal de que los pobres y oprimidos sean los protagonistas de su liberación".
Otro de los participantes, Julián Marías, vino a decir que la teología de la liberación ni es teología ni es liberación "porque no es una ciencia de Dios como debe ser la teología y porque la palabra liberación es, en la forma que ellos la utilizan, un abuso semántico de la libertad".
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