Una orquesta que interpreta a Mozart y Strauss con dulzura
La expectación causada por la actuación en el Festival de Otoño de la comunidad autónoma madrileña de la Orquesta Filarmónica de Viena, bajo la dirección de Leonard Bernstein, justifica que presente en estas breves líneas las características y cualidades de esta orquesta centroeuropea. Porque se olvida fácilmente que, por encima de las cualidades de la batuta que se pone al frente de cualquier orquesta, lo fundamental y decisivo son, en este orden, la obra musical y la orquesta que la interpreta. Y todos sabemos lo importante que es para cualquier instrumentista la calidad del instrumento que tiene entre sus manos. Y para el director ese instrumento es la orquesta.La Orquesta Filarmónica de Viena luce en el conjunto de las primerísimas orquestas de tradición en Centroeuropa con una luz propia bien definida. Y ello por varias razones que trataré de resumir.
En primer lugar no se trata de una orquesta estatal, aunque esté subvencionada por el Gobierno austríaco. La orquesta es propiedad de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena y se administra a sí misma. Ella escoge a sus directores, selecciona a sus músicos, decide su repertorio. Y no hay selección más exigente que cuando dicha elección la hacen los mismos miembros de la orquesta. Lo mismo ocurre con los directores, y de hecho la Filarmónica de Viena no tiene desde los años de Karajan director titular. Karl Böhm lo fue a título honorífico y Lorin Maazel lo fue en cuanto intendente de la ópera.
Sonido homogéneo
En segundo lugar, una de las cualidades por las que sobresale esta orquesta es por el sonido de sus instrumentos de cuerda. Quien ha escuchado a esta cuerda tocar Mozart se sentirá siempre insatisfecho ante cualquier otra orquesta. Y el secreto está en sus instrumentos de cuerda. La Filarmónica de Viena tiene su propio lutier o constructor de sus instrumentos de cuerda, con lo que la homogeneidad de sonido y alta calidad tímbrica están aseguradas.
En último lugar, la Orquesta Filarmónica de Viena reparte su tiempo entre sus conciertos de abono (solamente una docena de programas al año ¡que se repiten una sola vez!) y su trabajo en la Opera del Estado. Aunque la orquesta de la ópera es más amplia que la Filarmónica (hay unos 40 instrumentistas que no forman parte de la Filarmónica), el hecho de tocar constantemente ópera hace de esta orquesta un instrumento de gran flexibilidad y suprema maestría en el acompañamiento de solistas.
Hay orquestas más perfectas, más brillantes, más potentes si se quiere, pero me atrevería a afirmar que ninguna posee como ella la dulzura de sonido y ese sexto sentido para el repertorio clásico vienés. Mozart y Strauss son en las manos de estos instrumentistas aún más grandes, si cabe.
Babelia
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