Cuchillo de palo
Los jueces suelen despreocuparse de las corruptelas económicas que rigen en los juzgados, de los que son máximos responsables. Así, se produce la paradoja de que los encargados de aplicar la ley y de administrar justicia toleran, en la práctica, que se cometan Ilegalidades e injusticias en la propia oficina judicial.Abrumados quizás por otros trabajos, los jueces dejan las cuestiones económicas en manos de los secretarios, que administran a su aire los fondos para gastos de mantenimiento y que, con frecuencia, depositan en cuentas bancarias privadas los importes de las consignaciones que se realizan en el juzgado. En ocasiones, el pago de las indemnizaciones que corresponden por decisión judicial y cuyo importe fue anticipado por la parte perdedora, se retrasa arbitrariamente durante un plazo y, mientras tanto, el importe depositado devenga buenos intereses. En otras, las decisiones de embargos, escrupulosamente resueltas tal vez por su señoría, se administran según un orden de preferencia en el que prima la dádiva sobre el interés preferente. Y así una larga lista de irregularidades.
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