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Buenos Aires y Santiago resuelven su contencioso territorial

El principio bioceánico

El principio bioceánico queda plenamente ratificado en el acuerdo firmado ayer en el Vaticano por los jefes de las delegaciones negociadoras de Chile y Argentina para poner fin al contencioso sobre el canal de Beagle. El fundamento de este principio se resume en una frase: Argentina, en el Atlántico; Chile, en el Pacífico.El diario Clarín, de Buenos Aires, publicaba ayer en exclusiva, citando fuentes de toda solvencia, las bases del compromiso. Según el diario, el principio bioceánico está mencionado en el preámbulo del documento y al menos en tres ocasiones en el articulado.

La soberanía de las tres islas en litigio en la zona del canal de Beagle (Nueva, Picton y Lennox) se concede, con tres millas de aguas territoriales, a Chile, país que renuncia a la boca oriental del estrecho de Magallanes (paso geográfico natural entre el Atlántico y el Pacífico), en tanto que Argentina obtiene condiciones consideradas favorables para la navegación en la zona y la explotación de las aguas de la misma.

Siempre según el texto adelantado por Clarín, no se incluye en el tratado la llamada "zona de actividades económicas concertadas compartidas", que se incluía en la propuesta papal de 1980 y que Argentina rechazó en su día. Esta zona estaba previsto que abarcase 118.000 kilómetros cuadrados y habría representado un virtual condominio cuya principal consecuencia, según se contemplaba la cuestión por Argentina, habría supuesto la cesión de hasta el 50%. de los recursos de la zona a Chile.

El tratado, según el diario bonaerense, define aguas, suelo y plataforma continental, además de hacer una reserva sobre la Antártida que especifica que el acuerdo "en nada afecta" a derechos y reclamaciones de cada país en el continente blanco".

La fórmula parece recoger lo más esencial de las aspiraciones de Argentina, tal y como las define el ex canciller Bonifacio del Carril en uno de los estudios recogidos en el volumen La cuestión con Chile (Emecé Editores, Buenos Aires, 1984).

Estas aspiraciones son: tener una vía de comunicación por aguas propias hasta Ushuaia y mantener el dominio de las aguas del Atlántico sur en su proyección hacia la Antártida.

Para la solución de los eventules conflictos sobre la interpretación del tratado se creará una instancia arbitral de cinco miembros.

El principio bioceánico

El principio bioceánico queda plenamente ratificado en el acuerdo firmado ayer en el Vaticano por los jefes de las delegaciones negociadoras de Chile y Argentina para poner fin al contencioso sobre el canal de Beagle. El fundamento de este principio se resume en una frase: Argentina, en el Atlántico; Chile, en el Pacífico.El diario Clarín, de Buenos Aires, publicaba ayer en exclusiva, citando fuentes de toda solvencia, las bases del compromiso. Según el diario, el principio bioceánico está mencionado en el preámbulo del documento y al menos en tres ocasiones en el articulado.

La soberanía de las tres islas en litigio en la zona del canal de Beagle (Nueva, Picton y Lennox) se concede, con tres millas de aguas territoriales, a Chile, país que renuncia a la boca oriental del estrecho de Magallanes (paso geográfico natural entre el Atlántico y el Pacífico), en tanto que Argentina obtiene condiciones consideradas favorables para la navegación en la zona y la explotación de las aguas de la misma.

Siempre según el texto adelantado por Clarín, no se incluye en el tratado la llamada "zona de actividades económicas concertadas compartidas", que se incluía en la propuesta papal de 1980 y que Argentina rechazó en su día. Esta zona estaba previsto que abarcase 118.000 kilómetros cuadrados y habría representado un virtual condominio cuya principal consecuencia, según se contemplaba la cuestión por Argentina, habría supuesto la cesión de hasta el 50%. de los recursos de la zona a Chile.

El tratado, según el diario bonaerense, define aguas, suelo y plataforma continental, además de hacer una reserva sobre la Antártida que especifica que el acuerdo "en nada afecta" a derechos y reclamaciones de cada país en el continente blanco".

La fórmula parece recoger lo más esencial de las aspiraciones de Argentina, tal y como las define el ex canciller Bonifacio del Carril en uno de los estudios recogidos en el volumen La cuestión con Chile (Emecé Editores, Buenos Aires, 1984).

Estas aspiraciones son: tener una vía de comunicación por aguas propias hasta Ushuaia y mantener el dominio de las aguas del Atlántico sur en su proyección hacia la Antártida.

Para la solución de los eventules conflictos sobre la interpretación del tratado se creará una instancia arbitral de cinco miembros.

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