Desmond Tutu, nuevo Nobel de la Paz, pide a Occidente solidaridad contra el la 'apartheid'
El obispo anglicano surafricano Desmond Tutu, de 53 años, galardonado ayer con el premio Nobel de la Paz por su lucha contra la segregación racial, ha considerado la distinción como "una toma de posición política fantástica" y ha pedido a Occidente que presione sobre Pretoria para que ponga fin al apartheid.
El premio es un reconocimiento para "todos los que han luchado por una nueva sociedad en Suráfrica, una sociedad en la que los seres humanos tengan importancia como tales", dijo Tutu, que habló del Nobel de 1984 como un logro colectivo más que personal. Añadió que el galardón también premiaba el apoyo recibido de su esposa, sus familiares y sus amigos en un momento en el que todos tuvieron que enfrentarse a la hostilidad de las autoridades surafricanas.El comité del Parlamento noruego que adjudica el premio, 1.650.000 coronas suecas (más de 32 millones de pesetas), ha destacado la lucha librada con métodos pacíficos por el Luther King surafricano contra la segregación racial, que le ha convertido en un verdadero líder de su pueblo, según informa Ricardo Moreno desde Estocolmo. El obispo negro se ha comprometido en el combate contra todas las formas de injusticia a que están sometidos 23 millones de negros por la minoría blanca, y ha hecho oír su voz contra la situación de los negros encarcelados, contra la segregación en las escuelas, etcétera.
En la improvisada conferencia de prensa celebrada en el Seminario General de Teología de Nueva York, donde se encuentra como profesor invitado, Tutu solicitó ayuda a los países occidentales para que persuadan al Gobierno surafricano de que debe acabar con la segregación racial. Pidió a estas naciones que empleen "presiones políticas y diplomáticas, pero sobre todo económicas", con las autoridades de Pretoria.
Mención especial mereció el Consejo de las Iglesias de África del Sur, del que Tutu es secretario general, ya que, sin su colaboración, "mi trabajo no hubiera sido posible". Este organismo, objeto de múltiples ataques gubernamentales desde su creación, en 1969, por sus posturas antiapartheid, agrupa a las principales Iglesias cristianas de Suráfrica, con la excepción de las tres Iglesias calvinistas blancas, que apoyan la política racista del Gobierno. "Más que nada, se trata del reconocimiento colectivo de los sufrimientos de mucha gente inocente provocados por la más depravada sociedad que ha existido desde los crímenes del nazismo y del comunismo", añadió Tutu.
Felicitación
El sindicalista polaco Lech Walesa, premio Nobel de la Paz de 1983, "felicitó sinceramente" ayer al recién galardonado "en nombre de la solidaridad internacional".
El ex presidente de Solidaridad dijo de Tutu que lucha por los mismos principios de justicia social que "propone nuestro movimiento desde agosto de 1980". El Consejo Mundial de las Iglesias también expresó su satisfacción por la distinción concedida al obispo surafricano y su confianza en que el gesto ayude a la consecución de la justicia en Suráfrica. Tutu manifestó su deseo de regresar a Suráfrica para celebrar el acontecimiento entre los suyos, y afirmó que intentará viajar a Oslo para recibir el premio y que no esperaba que el Gobierno surafricano le impidiera hacerlo. "Pueden ser muchas cosas, pero no creo que sean tan estúpidos", dijo refiriéndose a las autoridades.
En más de una ocasión Desmond Tutu ha sostenido la posición de que la Iglesia no sólo tiene que ocuparse de los asuntos de Dios, sino del mundo terrenal y de aquellos que en él sufren.
Ha dicho también que no puede soportar cómo se conducen los destinos de su país, al que ha manifestado lealtad y patriotismo.
Es un pacifista por convicción y por metodología, pero admite que el espacio político para la paz disminuye dramáticamente.
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