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La carrera hacia la Casa Blanca

El factor religioso en la elección de un presidente

Los electores norteamericanos creyentes deben optar por el candidato que mejor represente sus intereses espirituales o la expresión de los mismos en asuntos muy específicos de la vida diaria, como el tema del aborto, la proliferación nuclear, los derechos cívicos o la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre en la sociedad norteamericana. Llegado el momento de escoger entre Reagan o Mondale, la balanza se inclinará más por quien garantice la continuidad del bienestar material presente que por los asuntos espirituales.

En el tema del aborto, por ejemplo, la mayoría de las confesiones religiosas mantiene una unidad de criterio a la hora de condemir el aborto, actualmente autorizado por una enmienda constitucional en Estados Unidos. En tal sentido, los republicanos, de tendencia más conservadora que los demócratas, defienden en su programa de partido que debe modificarse o incluso revocarse la enmienda constitucional proaborto, en vigor desde hace 11 años.

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Pero no son sólo los programas políticos los que inciden en favor o en contra del aborto: también las Iglesias intervienen con neta inclinación a favor de los movimientos pro vida, muy activos en la sociedad estadounidense. Los líderes de la Mayoría Moral, ultraconseradora y prorreligiosa, intentan, incluso, que el presidente Reagan tenga en cuenta su inclinación antiabortista a la hora de nombrar nuevos jueces en el Tribunal Supremo. Por su parte, tampoco los católicos consideran compatible que "un católico con buena conciencia pueda votar a un candidato proabortista" como dijo recientemente el arzobispo de la diócesis de Nueva York, John O'Connor.

60 millones de católicos

Aunque el candidato del Partido Demócrata a la presidencia de EE UU, Walter Mondale, así como su aspirante a la vicepresidencia, Geraldine Ferraro, son partidarios de mantener la actual legislación -que permite el aborto-, la polémica sitúa en la reserva a los políticos que matizan sus puntos de vista. En el caso de Ferraro, por ejemplo, distingue sutilmente que como política acepta el aborto, aunque personalmente está en contra. Otros casos prácticos de la incidencia religión-voto se encuentran en la postura defendida por los republicanos a la hora de introducir el rezo obligatorio en las escuelas, a cuyo principio se oponen los demócratas. 0 el tema de la carrera de armas nucleares, donde la religión influye en la medida en que, a la hora de votar, los 60 millones -de católicos que hay en Estados Unidos recuerda la pastoral en pro de la congelación de armas nucleares y de las negociaciones para reducirlas, aprobada por los obispos católico en noviembre de 1982.

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El presidente Reagan reconoce que "no voy frecuentemente a la iglesia, pero Dios lo puede comprender", dijo en su polémica con Mondale, durante el primer debate televisado de la campaña presidencial. Reagan fue también atacado por Ferraro, católica practicante de origen italiano, al alegar que la política social de la Administración Reagan era incompatible con un líder que se declara creyente.

Relaciones con el Vaticano

Por su parte, Ronald Reagan utiliza sutilmente el factor religión en la campaña desde aspectos muy prácticos. Cuenta con el apoyo total de una organización como la Mayoría Moral, muy activa a la hora de realizar campañas para el registro electoral -condición previa al derecho de voto en EE UU-, o estimulando -el patriotismo durante la reciente convención republicana, el pasado mes de agosto, en Dallas, al incluir entre sus oradores a gran parte de los líderes religiosos conservadores, desde católicos a protestantes. Otra prueba evidente del pragmatismo político de Reagan, cuando debe valorar los efectos religiosos sobre las urnas, llegó con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el Vaticano, el pasado mes de febrero. Una decisión criticada por los puristas de la Constitución estadounidense -que aboga por la separación de los poderes políticos y la religión-, pero aplaudida por los millones de católicos norteamericanos. En repetidas ocasiones, Reagan ha alabado también al papa Juan Pablo II por su figura de líder internacional.

En realidad la presencia del aspecto religioso en una campaña presidencial no es un hecho nuevo; exisitieron paralelismos en anteriores campañas electorales, como en 1960, cuando algunos sectores políticos acusaban a John Kennedy de ser el "candidato de los católicos", por sus creencias religiosas. En la actual campaña, la religión no ha hecho nada más que aflorar nuevamente en su vertiente política, si bién con mayor ardor que en pasadas contiendas electorales, donde se decide quién será el presidente de EE UU y, en consecuencia, sus programas políticos, contrarios o tolerantes, con el aborto; partidarios o adversarios del rezo obligatorio; duros, o más flexibles, en materia de negociaciones para un control de armas nucleares. Todo ello son capítulos muy concretos de la sociedad norteamericana, donde se entremezclan política y religión.

los republicanos.

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