_
_
_
_

Un olor a gato muerto

Poco antes de desaparecer, Raguet sabe que un informe del gabinete central de identificación de la Dirección General de Seguridad desmiente la. falsificación de las firmas de los gobernadores, que había sido denunciada por él. Entabla juicio, además, contra un despacho de abogados, al que había estado muy próximo, por un asunto relacionado con el traspaso de su discoteca. Dos semanas antes de su desaparición, acude a una clínica para recuperarse de una fuerte depresión. "Me falta poco para salir de esto", le dijo al doctor Febles, de la clínica Bellevue, del Puerto de la Cruz. A un conocido le pidió una pequeña cantidad de dinero para comer. Su abogado habló con él la última noche. "Le encontré muy desmoralizado", afirma.El 12 de septiembre pasado, al día siguiente de que Raguet hubiera cumplido 44 años, el vicepresidente Alfonso Guerra y dos ministros asistían en Tenerife a los funerales del, gobernador civil fallecido en el incendio forestal de La Gomera. Ese mismo día, un jardinero descubrió que del interior de una caseta abandonada, cerca del hotel Tigaiga, salía un líquido pestilente. Cuando la defectuosa puerta cedió, el primero en pensar que aquel cuerpo con dos meses de descomposición, comido por las ratas, al que le faltaban estómago y corazón, era el de Jean Paul Reguet, fue el juez de la Orotava, Enrique Marín, quien le reconoció por el suéter azul de pico con el que le había visto en alguna ocasión. La autopsia le identificó, aunque sólo pudo determinar que no existían signos de violencia en los huesos. En una pared del lugar donde fue encontrado el cuerpo sin vida, podían leerse escritas con restos fecales las letras "sv". En algunos medios policiales, en los que se considera remota, pero no descartable, la tesis del suicidio, se opina que Raguet fue víctima de un cuidadoso trabajo de profesionales. Hacía siempre el mismo recorrido y apareció muerto a 200 metros de su casa, en un inmueble ruinoso al borde de la carretera, donde en los dos últimos meses había un fuerte olor a gato muerto.

Más información
Raguet, el espía desengañado

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_