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Una 'caperucita roja' de terror ganó en el festival de Sitges

La XVII edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges ha repartido sus premios sin que se haya producido ninguna sorpresa. Ha sido considerado mejor filme The company of woves (La compañia de los lobos), de Neil Jordan, un actual éxito de la cartelera londinense que retorna con esmero la tradición anglosajona de los cuentos de terror, partiendo esta vez de la dulce abuela de Caperucita Roja. Sus efectos especiales -transformaciones de hombres en lobos- también han merecido figurar en el palmarés.

El alemán Carl Schenkel, por Out of order, ha sido elegido como el director más inspirado, galardón previsible para una película que juega con muy pocos elementos, que se centra en los aspectos terroríficos de la cotidianidad y saca todo su virtuosismo de la puesta en escena y del trabajo de los actores.

Para que los beneficios de la quiniela ganadora no se limiten a unos pocos, el festival ha tomado en consideración el trabajo de Joe Marton como intérprete de The brother from another planet -su guión también ha sido elegido como el más acertado-, y el de Amy Madigan en tanto que actriz de Streets offire, una obra injustamente perdedora y marginada de premios mayores por el simple hecho de proceder de una multinacional, lo que -como era previsible- despierta recelos y escrúpulos en el jurado.

Balance

Un balance de urgencia de esta edición del festival de Sitges ha de tener en cuenta una serie de factores. El primero de ellos es la gran asistencia de público y profesionales, con la consiguiente mejora de recaudaciones y expectativas comerciales. El segundo, el buen tono medio de las películas exhibidas. Un tercer aspecto del que se enorgullecen los organizadores, es el que una de las majors -Universal, concretamente- ha aceptado por primera vez incluir una de sus producciones en la sección competitiva. También es digno de mención que TV-3, el canal televisivo autonómico de Cataluña, haya informado diariamente de lo que sucedía en el festival, contribuyendo a ampliar su repercusión. Hay que lamentar, en cambio, que el presupuesto de Sitges permanezca prácticamente estancado. y que la Generalitat no esté en condiciones de plantearse a fondo su política de festivales cinematográficos, ya sea potenciando, suprimiendo o unificando los existentes.

En cualquier caso hay que decir que la organización ha sabido manejar sus escasos fondos, pero sin poder ampliar la influencia del festival a base de las fórmulas clásicas: invitaciones para actores conocidos, publicidad directa, una mayor gama de servicios, fiestas que encuentren eco en los medios de comunicación, etcétera.

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