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El Papa y González hablaron 20 minutos a solas y en castellano

Dos actos fuera de programa -una entrevista con Felipe González y unas palabras improvisadas a los jóvenes- ocuparon ayer por la mañana las últimas horas d -e la escala del Papa en Zaragoza. Juan Pablo Il y Felipe González, presidente del Gobierno, conversaron en castellano, a solas y sin intérprete, durante más de 20 minutos en el aeropuerto de la capital aragonesa, momentos antes de que el Papa emprendiera viaje a Santo Domingo. Esta ha sido la segunda conversación entre Felipe Conzález y Juan Pablo II, tras la que celebraron en Roma en 1983. Durante el anterior viaje a España, el Pontífice saludó al entonces presidente electo en una audiencia a diversos representantes políticos.

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González, acompañado del ministro de la Presidencia, Javier Moscoso, se desplazó desde Madrid a bordo de un avión Mystére para despedir personalmente al Papa. Fuentes próximas al presidente indicaron que la actual situación en Centroamérica fue uno de los temas tratados en la conversación.Los tambores de las cofradías de la Semana Santa de Aragón despertaron al Papa, que había dormido en el palacio arzobispal, muy próximo a la basílica del Pilar. A las 8.05 horas Juan Pablo 11 apareció en el balcón y dio los buenos días a los tamborreros, que le respondieron con un tremendo redoble.

Después, recorrió en el automóvil especial los escasos 100 metros que separan el lugar donde pernoctó y la basílica del Pilar. Pese al compacto cordón de seguridad, decenas de jóvenes consiguieron franquear la línea de protección policial y rodearon el auto denominado popularmente papamóvil.

Menores de 20 años

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Junto a la basílica, le esperaban varios miles de jóvenes en la explanada principal. Muchos de ellos habían permanecido en vigilia nocturna y asistido a la misa de infantes. La mayoría de los allí congregados era menor de 20 años. A ellos dirigió Juan Pablo II un mensaje improvisado en el que, entre otras palabras, dijo: "Os ruego que abráis vuestro espíritu hacia aquellas naciones hermanas en que tantos jóvenes como vosotros creen en Jesucristo".

Los gritos insistentes de los jóvenes -"quédate con nosotros" pusieron punto final a las palabras del Papa. A continuación, le fueron entregados unos esquís, y Juan Pablo II bromeó: "Para ir a Santo Domingo no se pueden usar los esquís". Risas y aplausos correspondieron a la broma del Papa.

Terminado este acto, el Pontífice se trasladó desde la basílica del Pilar hasta el aeropuerto, donde les esperaban unas 200 personas, en su mayoría religiosas y escolares. El presidente del Gobierno, que había llegado al aeropuerto 40 minutos antes, a bordo de un avión Mystére, aguardaba a Juan Pablo 11 junto al ministro de la Presidencia, Javier Moscoso, que ha representado al Gobierno durante la visita del Papa a Zaragoza. Cuando llegó Juan Pablo II, el Papa y Felipe González se trasladaron al despacho del director del aeropuerto, donde mantuvieron la entrevista. A la salida, Juan Pablo II se despidió de los miembros de la Conferencia Episcopal, y Felipe González, que se mostró sonriente y satisfecho, declinó hacer declaraciones a los periodistas, pues debía trasladarse de inmediato a Madrid para despedir al jefe de Estado de Grecia, Constantino Karamanlis.

El jumbo Monte Argentario, que trasladó a Juan Pablo Il y al presidente del episcopado español, Gabino Díaz Merchán, a Santo Domingo, abandonó el aeropuerto de Zaragoza a las 9.35 horas.

El arzobispo de Zaragoza, Elías Yanes, presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, manifestó que Juan Pablo II, durante su segunda visita a España, no ha hecho sino "subrayar una línea de pensamiento que ya expresó en noviembre de 1982 en España y que sigue teniendo vigencia". Yanes había leído un discurso de bienvenida al Papa en la noche del miércoles, en el polígono Actur, en el que hizo referencia a "Ias heridas aún no cicatrizadas del todo sobre la piel de España, huella de una historia larga y dramática".

A preguntas de los informado res, Yanes dijo que con esa frase él se había referido a "la constatación de que toda la historia española del siglo XIX y del siglo XX ha sido enormemente conflictiva y todavía aparecen sentimientos de revancha, de culpa y de acusaciones. Sigue habiendo un conflicto latente", prosiguió el arzobispo, "que tiene raíces históricas y que es necesario superar".

En opinión de Elías Yanes, la alusión de Juan Pablo II, el día anterior, a la libertad de enseñanza, debe ser recogida por toda la sociedad española para "crear un diálogo eficaz que conduzca a un auténtico marco de libertad".

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