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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Festival de Sitges abandona el terror y se centra en el género fantástico

Con el paso del tiempo va confirmándose que el primer gran acierto del equipo que, desde hace tres años, dirige el Festival de Cine de Sitges, consiste en haber modificado sutilmente la especialización del certamen, que ha ampliado su campo de acción al abandonar el terror estricto y centrarse en el "fantástico". Al margen de que todo el cine es, por su naturaleza misma "fantástico", el cambio permite huir de masacres, derroches de hemoglobina, puertas mal engrasadas y excesiva acumulación de monstruos.

La fantasía no exige terror, aunque no lo niega. Buena prueba de ello la hemos tenido en dos de los filmes que se han proyectado estos primeros días: Out of order, del alemán Carl Schenkel, y Stalker, del soviético Andrei Tarkovsky. En la primera una situación cotidiana explota y se convierte en insólita; en la segunda partimos ya de lo extraordinario para que, a lo largo de un viaje, asistamos al desarrollo del discurso metafísico sobre la, fe, la Verdad y la creación. Out of order, como la holandesa The lift o el viejo filme de Louis Mall Ascensor para el Cadalso, sitúa la acción en un ascensor averiado. Aquí son cuatro los personajes encerrados en la cabina, colgada a más de 100 metros del suelo, en un rascacielos de oficinas: una secretaria, un ejecutivo que es el antiguo amante de ésta, un contable veterano que, precisamente ese día, se había decidido a robar a la empresa, y un joven punky. Unidad de tiempo y de lugar son elementos básicos de esta modesta pero bien acabada producción que saca un gran partido de sus actores y de unos diálogos creíbles.

Stalker ocurre en un país indeterminado. En él hay un lugar misterioso, vedado a todos los ciudadanos, al que se atribuyen propiedades extraordinarias. En él la gente desaparece sin que se sepa cómo, los paisajes cambian continuamente, las flores carecen de olor, los trayectos en línea recta no son posibles y, en el centro de esta zona acotada desde que un meteorito cayó allí, está el cuarto de los deseos, un lugar que concede, a todo aquel que lo alcanza y se expresa con sinceridad, la realización de sus anhelos.

La palabra "stalker" designa al individuo que sabe servir de guía a los furtivos visitantes de la zona. Él es una especie de sacerdote de ese espacio mágico, a la vez guía y embajador. En cualquier caso, el "stalker" se lamenta siempre de la falta de fe de sus compañeros de expedición, demasiado preocupados por racionalizar sentimientos.

El festival, que se abrió con la mediocre Firestarter -otra vez las aventuras de un retoño con poderes telequinésicos-, funciona también gracias a la eficiencia, suerte y fantasía de los organizadores.

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