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La ampliación del Mercado Común

Lisboa intenta poner fin a los derechos históricos españoles en aguas portuguesas

NICOLE GUARDIOLA Los esfuerzos del ministro portugués de Finanzas, Ernani Lopes, para lograr en Bruselas una posición de principio de la Comunidad favorable a las pretensiones portuguesas en relación al tema pesquero, dominan los comentarios de la prensa en Lisboa.

El estancamiento en el que se encuentra el paquete global de las negociaciones es relegado a un segundo plano, y todas las atenciones están orientadas hacia la necesidad de "evitar la invasión española de las aguas territoriales portuguesas".

Frente a la "aparente incapacidad de los diez de presentar una contrapropuesta conjunta" en materia de pesca, el ministro luso aceptó una marcha atrás y presentó una declaración en la que se consideraba como buena base de trabajo la propuesta formulada en mayo último, según la cual todos los países miembros de la CEE, y España y Portugal después de la adhesión, se reservarían la exclusividad de la pesca en sus propias aguas territoriales. Ernani Lopes, que negó haber sido presionado en este sentido por el ministro francés de Asuntos Europeos, Roland Dumas, justificó esta medida por la necesidad de anular "a cualquier precio" la posterior aceptación por parte de la Comisión de una propuesta del Gobierno de Madrid, consagrando derechos españoles sobre las aguas territoriales lusas en materia de pesca.

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Amplia decepción

A pesar de la decepción por la ausencia de resultados del reciente Consejo de Ministros de Bruselas, Lisboa aún no se da por vencida: la meta sigue siendo concluir las negociaciones cuanto antes. Sin embargo, la prensa portuguesa recuerda que es ahora bien clara la determinación política de los diez de hacer coincidir las adhesiones de Portugal y España y que no hay motivo para felicitarse de las dificultades españolas, y mucho menos por el desagrado abiertamente expresado por el ministro Fernando Morán: a partir de ahora ya no se puede ignorar que las llamadas negociaciones técnicas tienen la importancia decisiva, hasta el punto de neutralizar el empujón político de Dublín, que tantas esperanzas había despertado en Lisboa.

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