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En sus 50 años de existencia, el Fondo de Cultura Económica ha puesto en circulación 49 millones de libros

Hoy se celebra en México, el medio siglo de la editorial

El Fondo de Cultura Económica, la más destacada editorial de México, cumplió el pasado 3 de septiembre 50 años de existencia. Hoy, en la ciudad de México se celebrará un homenaje a la editorial, en el que está prevista la participación del presidente de la República de México, Miguel de la Madrid. En este medio siglo, el FCE ha publicado las más importantes obras de historia, economía, ciencias políticas y sociales y de literatura mexicana. Su catálogo registra 3.820 títulos y 3.446 reediciones, con una tirada de 49 millones de ejemplares, lo que supone la puesta en circulación de 2.665 ejemplares diarios durante 5 décadas.

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Las cifras antes señaladas son ciertamente impresionantes y por si solas componen un acertado resumen de la enorme aportación de esta casa editorial a la cultura, la ciencia y la educación, con un volumen sin igual en toda América Latina. Fundado por el historiador y economista Daniel Cosío Villegas en 1934, el Fondo de Cultura Económica fue una pequeña editorial hasta 1938, año en que la llegada masiva a México de la inmigración proveniente de la guerra civil en España significó una aportación cultural y técnica que proporcionó nuevas dimensiones a la pequeña editorial y a la cultura mexicana.A finales de los años veinte se reagruparon en Méjico jóvenes dedicados al derecho que, algunos en el exterior y otros en el país, acababan de especializarse en ciencias económicas. Llegaban con una visión moderna de la economía y del mundo, y con su experiencia nació en 1929 la Escuela de Economía, como filial de la facultad de Derecho.

Una institución de bien público

La necesidad de contar con textos de la especialidad y el interés por difundir las nuevas ideas llevó a este grupo a fundar una editorial. "Logramos reunir 22.000 pesos", cuenta Eduardo Villaseñor, uno de los fundadores; y otro de ellos, Emidgio Martínez Adama, nos cuenta: "El Fondo de Cultura, como ya todo el mundo de los libros lo llama, nació natural fácilmente. México y el mundo venían saliendo de las últimas sacudidas de la crisis económica más vasta y profunda: la del año 1929. Hasta entonces -es preciso reconocerlo- en México el estudio de las disciplinas económicas no había sido objeto de un análisis sitemático. A la hora de empezar a cristalizar los proyectos hubo que abordar un gran problema: había que trabajar sobre fuentes bibliográficas que no estaban en español; era apremiante traducirlas y publicarlas. En un primer momento esta empresa pareció demasiado ardua para realizarla en México, por lo que se pensó proponerla a una gran editorial extranjera. La propuesta cayó en el vacío y no hubo más remedio que hacer los libros en casa".El 3 de septiembre de 1934, sin protocolo alguno, se crea el Fondo de Cultura Económica, "institución de bien público y de servicio cultural", establecida como un fideicomiso ejercido por el entonces Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas.

Sus fundadores fueron Daniel Cosío Villegas (director), Emidgio Martínez Adame, Jesús Silva Herzog, Eduardo Villaseñor y Gonzalo Robles. A ellos se agregaron luego Manuel Gómez Morín y Adolfo Prieto. Las primeras oficinas les fueron prestadas por el banco, en la céntrica calle del Madero, en el número 32. En noviembre de 1940, y junto con la Casa de España en México -que pronto se convertiría en el hoy prestigiado Colegio de México-, se instalaron en la casa de la calle Pánuco, número 63.

Los dos primeros libros que se publicaron fueron El dólar plata de William P. Shea, y Karl Marx, de Harold J. Laski, ambas publicaciones fueron editadas e imptesas en los Talleres Gráficos de la nación.

El Fondo estaba regido por una junta de gobierno integrada por sus fundadores, de la que dependía el director. Un subgerente, los integrantes del departamento técnico y un par de secretarias mecanógrafas no llegaban a sumar 10 personas.

A partir de 1947 el Fondo se financia con una aportación de 500.000 pesos anuales (que iría aumentando cada año) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, pero desde 1936 hasta esa fecha el porcentaje mayor de aportaciones provenía de famosos sablazos, a los que respondían la Fundación Jenkins, Nacional Financiera Banco de Comercio Exterior, Seguros de México, Asociación Hipotecaria Mexicana, Banco Internacional y Asociación Nacional de Productores de Azúcar.

Si bien el Fondo se apoyaba en estas empresas ligadas al Gobierno, su crecimiento económico no se basó en estas ayudas, sino en su propia dinámica, en sus propios recursos. Todas las ganancias se reinvertían. El dinero se ganaba "para la cultura".

Entre los primeros colaboradores externos de Cosío tuvieron especial importancia Alfonso Reyes y el dominicano Pedro Henríquez Ureña, que vivía en Argentina.

A este último se debe una de las más importantes colecciones del Fondo, la Biblioteca Americana, que fue "proyectada por Pedro Henríquez Ureña y publicada más tarde en su memoria", porque murió antes de que los ejemplares de la misma comenzaran a aparecer.

Dejó Henríquez Ureña una lista de 500 títulos fundamentales para integrarla, incluso con sus posibles prologuistas, y fue su hermana Camila la encargada de llevar a cabo este ambicioso proyecto.

Junto a Cosío Villegas, el Fondo lo hicieron un pequeño grupo de intelectuales mexicanos y un conjunto de españoles, que permitieron que la pequeña editorial se convirtiera en la gran casa de edición que sigue siendo.

En el trabajo cotidiano destacaron Francisco Giner de los Ríos y Joaquín Díez Canedo, y tiempo después Alí Chumacero, a quienes sucedieron los responsables de hoy: Jaime García Terrés, director general; Jorge Farías, gerente; Felipe Garrido, gerente de producción; Rafael López Castro, a cargo del diseño, y Alba Rojo, que se ocupa de las relaciones públicas.

Junto a ellos, el Fondo cuenta en la actualidad con un importante equipo de funcionarios y colaboradores, además de tener sucursales en Madrid, Buenos Aires, Caracas, Bogotá, Lima y Santiago de Chile.

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