Tres décadas recopilando el minuto a minuto de Shakira: “Lo quiero todo”
Johana Alvarado lleva desde los doce años guardando todo lo que puede de la artista colombiana. Ella es una de las 40 fans elegidas para subir al escenario con La Loba en su show en Bogotá


Hace 33 años que Johana Alvarado no va ni un sólo domingo a misa. Desde 1992, el último día de la semana está reservado para pegar en un cuaderno todo lo que logró recolectar de Shakira de lunes a sábado. Todo vale: recortes de revistas, dibujos, pegatinas o manillas. Su dealer principal es don Carlos, quien conserva los retazos de todas las revistas para ella y se las entrega en su puesto en el mercado de pulgas de la Séptima. Otros, son sus amigos quienes arrancan pedacitos de un poster de la calle o guardan los dibujos de los próximos logos del club de fans que ella representa, Shakilovers7. “Quiero todo de Shakira”, dice desde su pequeño museo. Lo que empezó siendo la tradición de una niña de doce años se ha convertido en un santuario de la Loba, que ocupa una de las dos habitaciones de su casa, al sur de Bogotá. Su pasión metódica y consistente dio frutos hace unas semanas. La disquera Sony Music la seleccionó para ser una de las 40 fans que abrirán el concierto de Shakira en Bogotá, este miércoles en el Estadio El Campín.
140 revistas en las que fue portada, más de 40 afiches, dos copias de cada uno de sus CDs -”uno es para escuchar y el otro lo guardo sin abrir”-, una decena de perfumes, todos los libros en los que la citan, las velas de todos los cumpleaños que le ha celebrado a distancia, ocho tapas de cervezas, paquetes de chicles, una caja de pasta de dientes, zapatillas y hasta una gaseosa de Postobón y unas galletas Festival con el rostro de la diva. Estas últimas, caducadas hace años. Si hubiera un temblor en Bogotá y sólo pudiera llevarse una cosa, reflexiona, sería el libro Shakira: ¡Que viva Colombia! firmado por la barranquillera el 25 de mayo de 2005: “para Johana, con cariño, Shak”. El bolígrafo con el que selló el encuentro, claro, también reposa en una de las estanterías, intacto desde entonces.

Muchos la llaman loca o no la entienden. No han sido pocas las peleas (verbales y físicas) por defender a su mayor ídola. Pero ninguna crítica ha siquiera inmutado a esta entrenadora personal de 43 años que ha soñado con volver a verla “en este momento, después de haber sufrido tanto”. Aunque acaba de llegar de su primera cita en el concierto que dio en Barranquilla el 20 de febrero, ya está lista para el segundo en la capital. “Preferí salir con ella en el escenario en Bogotá porque hay más amigas que vienen y me pueden grabar mejor”, argumenta.
Las últimas noticias de las cancelaciones de Shakira en Lima y en Medellín ha puesto a rezar a más de uno. “Prioriza su salud y eso es lo más importante para mí. Pero ella es una mujer fuerte”, dice.
—¿Tus parejas siempre lo han entendido?
—No, he perdido tres parejas por eso. Ha pasado que llegan al punto en que dicen: o Shakira o yo. Entonces, les pregunto si tienen la tarjeta del bús para que se vayan.
Su pareja actual, Katherin, sonríe tímida. Sabe bien dónde están los límites. Aunque no es tan fan de la artista (está difícil), dice que ella representa a todo un país. “A nosotros siempre nos han conocido por la coca y el narco. Al menos ella lleva nuestra bandera por la música. Y ya sólo por eso tiene todo mi respeto”, dice.

No son las únicas que lo ven así. La pasión de los shakifans en Colombia es similar a la que despierta Diego Maradona en Argentina. Haber crecido escuchándola y viéndola en novelas, conciertos, videoclips y entrevistas la convierte en “algo nuestro”. “A muchos nos ha ayudado a salir adelante. Ella es mi referente y el de muchos”, intenta explicar Alvarado. Y es que, ¿qué colombiana no ha superado una tusa con Inevitable, ha llorado con No, y ha soltado las caderas con Hips don’t lie? La obra de Shakira ha sido la banda sonora de la vida de varias generaciones. Actualmente, casi 61 millones de apasionados la escuchan mensualmente en Spotify y hay más de 95 millones de sus CDs por el mundo.
“Yo soy feliz entrenando, estando con mis amigas, con mi familia, pero esto es una felicidad diferente. Yo la pongo a ella por encima de todo lo demás. La felicidad que me produce ella… me da una vibración en el cuerpo, no sé, me dan ganas de llorar. Yo no siento eso con nadie más. Ni con parejas que he amado”, narra. Alvarado habla de Shakira como muchos hablan de dios. Aunque lo medita unos segundos, no le parece exagerado: “No la puedo comparar porque soy religiosa a mi manera, pero para mí sí, es una diosa. Algo divino”.
Aunque evita pronunciar su nombre, es imposible. Sí, Alvarado también odia a Gerard Piqué. Como miles de colombianos, que se organizaron en karaokes de Shakira para mandarle su apoyo, los días en los que se hizo público las razones de la ruptura, algo dentro de esta mujer se quebró. “No soporto la idea de pensar lo mal que lo tuvo que pasar”, dice. Pero reconoce que no le sorprendió. “Ya se veía venir en sus últimas canciones que algo iba mal. Salió Me gusta, con Anuel, en la que dice que ya no se siente su prioridad [Ya no es justo que me endulces el oído, para que al final no cumplas na’ conmigo], sale la colaboración con Black Eyed Pies, Girl like me, en la que intenta estar empoderada... Ella trata de arreglar las cosas con este sujeto a través de la música, pero él nunca le paró bolas”, analiza. “Esto pasa desapercibido para muchos, pero es evidente que algo venía pasando”.
Por eso quiere volver a verla. Tiene muchas cosas nuevas que decirle. Aunque lo hace como un monólogo a menudo en el chat con ella en Instagram, quisiera verla una vez más en persona y decirle que es la fuente de su felicidad y que todo va a estar bien. “La primera vez que la vi estaba en otro momento vital, fue hace 20 años”, explica. Hasta que su deseo más profundo se cumpla, vuelve una y otra vez a aquel día, el mejor de su vida. Escuchaba 88.9, la superestación con el Capi y llevaba horas desde su trabajo marcando una y otra vez para participar en el concurso sobre quién sabe más de Shakira. “No cuelgue, entrará en breve al concurso sobre Shakira”, dijeron de pronto al otro lado del teléfono. Ganó 9 a 1. Después de eso, nunca volvió a confundir el año de publicación de Servicio de lavandería, 2001.

Tres meses después estaba en una habitación de hotel con otra veintena de shakirólogos de Colombia esperando a que llegara y pasar la prometida “hora con Shakira”. En su mochila, una manilla, una carta, varios CDs, un libro y una cámara desechable con 24 fotos (”no me llegaba la plata para la de 36″). Aunque la hora se encogió a casi 15 minutos con ella, para Alvarado todo pasó a cámara lenta. “Yo sólo podía tocarle el pelo mientras hablaba. Pensé que estaría tieso de la laca, pero era suavecito. Sólo le alcancé a decir: ‘¡qué mujer tan hermosa!’”, recuerda aún con lágrimas en los ojos. “Ojalá hubiera otro concurso”, bromea. Estos años de recolectar el minuto a minuto la han ayudado a ser, sin duda, una de las personas que más la conocen. ¿Alguna de sus curiosidades? Su fruta favorita es el corozo, colecciona anillos, pinta y cuelga en su casa sus obras y no le crecen casi nada las uñas. “Lo único que no se le da bien es hacer pancakes”, dice riendo Alvarado. “No es tan buena en la cocina, no”.
En Barranquilla, la agenda estuvo apretada. Desde hace unos meses, y con la publicación de su último disco después de siete años sin producir apenas música, sus clubes de fans han dejado de lado la rivalidad para unirse. Alvarado fue a recibirla al aeropuerto y logró ver por dentro el escenario horas antes del concierto, otros hicieron fila en su hotel y otros esperaron en la rueda de prensa. Todos acamparon durante dos días antes de ambos shows con camisetas y abanicos con su cara. Y, una vez dentro, esta entrenadora cambió su outfit por uno exactamente igual al de Shakira en el videoclip de Girl like me. “Aunque yo tenía entrada VIP y el privilegio de entrar primero, quise dormir ahí porque quiero que la gente se dé cuenta de que somos fanáticos, fanáticos literal”. Ahora cuenta los minutos para volverla a ver y ya se desinfla al recordar que después de eso viene un gran vacío.
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