Un ajuste de cuentas
Greystoke, la leyenda de Tarzán el rey de los monos, es un ajuste de cuentas entre Hugh Hudson y toda la anterior filmografía tarzanesca. En esta versión hay un prurito de realismo que nunca hasta ahora había sido llevado tan lejos. Parecería como si Edgar Rice Burroughs, en vez de ser un fabulador de tres al cuarto que en su vida salió de su condado natal, fuese un periodista preocupado por la verdad de sus crónicas.Este despliegue realista da sus mejores resultados en la primera mitad de la película, que resulta espléndida. Toda la acción, que transcurre en la selva, así como el aprendizaje que Tarzán hace del idioma y de los conceptos del mundo civilizado, está magníficamente contada, logrando que el relato adquiera un tono adulto, que los dramas de los chimpancés pasen a ser humanos sin que los animales dejen de ser tales. "Vivimos a medio camino entre los monos y los ángeles", dice Hudson, ya que "añoramos la libertad y el caos de la jungla y necesitamos la .disciplina y el orden de la sociedad".
La segunda parte de Greystoke es menos convincente, aparece como algp precipitada y esquemática, sin que las relaciones entre el conde recién llegado de África y Jane adquieran densidad, la necesaria para que las dramáticas escenas de Tarzán-John Clayton encontrando a su padre-simio en el British Museum sean algo más que una idea de guión. Realizada con abundancia de medios, una gran meticulosidad, elegancia visual y disponiendo de la colaboración de los mejores, Greystoke no deja de ser una aventura extraña y, atractiva, con una notable capacidad, fabulatoria, al mismo tiempo que se preocupa de la reconstrucción histórica.
Hallazgos divertidos
La puesta en escena puede que no sea demasiado interesante porque queda sumergida en ese conjunto de colaboraciones de lujo, pero no faltan hallazgos divertidos como el de explicar la transformación del salvaje en conde escocés en un solo plano, haciendo entrar a cuadro la mano enguantada de un hombre que hasta pocos meses antes andaba saltando de liana en liana.Christopher Lambert crea un buen Tarzán, muy distinto de los que habíamos visto hasta ahora, atlético pero nada musculoso, de perfil aguileño y mirada ligeramente bizqueante.
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