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Buero Vallejo presenta, en Madrid su 'Diálogo secreto', una crítica de la hipocresía

Alfonso Armada

Como una crítica de la hipocresía califica el dramaturgo Antonio Buero Vallejo su última obra, Diálogo secreto, que se presenta hoy en sesiones de tarde y noche en el teatro Infanta Isabel, de Madrid, después del estreno, que tuvo lugar en San Sebastián el pasado 6 de agosto. "Hay una relación admisible entre Las meninas y mi obra en general. Una alegoría forzada, pero no gratuita, entre quienes no quieren ver la verdad del cuadro y la obra", precisa el autor.

Antonio Buero Vallejo fuma en pipa, pero cuando no quema tabaco sostiene la cazoleta con una mano. El autor de Historia de una escalera habla siempre en tono monocorde. Es mediodía en la casa madrileña del autor y por los pasillos enmaderados llegan los sonidos familiares: el teléfono, el rnortero de la cocina, las voces, las pisadas. El escritor, que se define en 1984 corno "un autor de teatro que procura se guir en la liza", habla largo y con tranquilidad en la víspera del preestreno. Muy atrás, en 1949, queda Historia de una escalera. Pero la trayectoria del dramatur go es una cadencia equilibrada desde la estética de la. tragedia como vehículo para llegar a la ética."Diálogo secreto trata de un drama individual -la historia de un crítico de arte daltónico, tras cuyas opiniones negativas se suícida un joven pintor amigo de la hija del crítico, que descubre la tara de su padre- derivado de la fatalidad o de la necesidad de una hipocresía social, de un hecho hoy atrozmente general. Muchas personas que se falsifican a sí mismas y dan una imagen que no es la verdadera porque las angustias estructurales, sociales, les han llevado fatalmente a ello", apunta Buero Vallejo.

El estreno de la pieza en San Sebastián, fue precedido en una semana por la presentación pública de la limpieza de Las meninas, de Velázquez, título también de una. obra que Buero estrenó en 1960 y que alcanzó 260 representacioneg. Una coincidencia alegórica con la crítica que Buero hace de la hipocresía, que mantiene la apariencia por temor a la realidad -ese crítico de arte que oculta su daltonismo-., y el cuadro de Velázquez, que muchos no quisieron reconocer después del trabajo revelador del restaurador John Brealey. "Velázquez es el pintor de esa realidad simbólica, penetrante".

Sobre la crítica

El autor de Un soñador para un pueblo sale al paso de las interpretaciones que atribuyen a su obra juicios sobre a la institución ,de la crítica y afirma que la pieza no es un ataque contra nadie. "Parte de una confidencia que me hicieron hace años acerca de un verdadero crítico de arte. Sí se pone en cuestión a la crítica en general; no es una respuesta a un crítico. La obra intenta la comprensión en profundídad de las insuficiencias de cierto talante crítico general que puede estar en determinados críticos de oficio, pero que está en todo el mundo, en la gente". "Si alguien se siente dardeado, lo sentiré mucho. Todos somos muy susceptibles y nos picamos cuando no debemos", advierte Buero, y observa que "sí se quiere tomar rectamente la obra por lo que valga, así debe tomarse: como otra tentativa dramática, de asomarme a algunas de las interioridades más turbias y dolorosas del ser humano".Antonio Buero reconoce en cuanto a la crítica que es una persona muy corriente: "Cuando son favorables me alegran y cuando son desfavorables me duelen". Afirma que ha tenido alguna vez en cuenta las opiniones de los críticos, "a veces a prior¡ y otras a posteriori", aunque en muchas ocasiones "no las he tenido en cuenta para'nada. A la hora de escribir yo no pienso en la crítica, sino en la obra con respecto a una especie de entelequia de público, de público ideal, que es al que yo quisiera llegar", precisa Buero.

Se podría trazar un arco entre una obra anterior del académico, En la ardiente oscuridad, y este Diálogo secreto. Cuando le conta ron el caso -"que fue real, al menos eso me aseguraron"-, hace años, "pensé que era un tema mío, y por eso he terminado por escribirlo". Entre En la ardiente oscuridad y ésta "hay toda una andadura en la cual han variado muchos aspectos, pero en el fondo el conflicto dramático es muy similar, incluso por la con notación física: aquéllos eran ciegos, aquí se trata de un daltónico. Y en ambos casos, el ansia de tener lo que no se posee es también un tema mío", subrayó. Es esa lucha entre la realidad y el deseo en donde Buero rastrea sus argumentos para la tragedia sobre un bastidor de actualidad.

Antonio Buero Vallejo califica de "tópico lamentable" la acusación de que no ha sabido adaptarse a la libertad. "Escribir crípticamente, con libertad o sin ella, es una riqueza de la literatura, lo que no nos hace preferir situaciones dictatoriales".

El escritor tacha de prejuiciosa la actitud de quienes lo han considerado adaptado antes e inadaptado hoy. Desde "una mirada imparcial", Buero estima que la inadaptación no ha tenido lugar: "He tenido errores dramáticos importantes en la etapa anterior al lado de éxitos y aciertos ruidosos. Y en la etapa posterior igual. Si se puede señalar algún fallo en mi etapa actual quizá no haya llegado a tener el alcance de fallos míos anteriores".

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