El engranaje vasco
Libération
La cuestión vasca parece descorazonadora por cuanto resulta inmutable, encerrada en un mecanismo que no deja de funcionar, abocada de forma periódica al lenguaje absurdo de las bombas. La muerte de Franco, los nuevos aires de libertad en España tras la llegada al poder del Gobierno socialista podrían llevarnos a imaginar que el tumor de la violencia sería extirpado, al menos en su forma más sangrienta, y que la batalla política en el País Vasco podría discurrir por otros derroteros. ( ... )La presencia de un Ejército y de una policía educados en la vieja escuela franquista no ha servido más que para alimentar los razonamientos nacionalistas más obtusos. Pero, sobre todo, la práctica continuada, incluso hoy, de la tortura con los terroristas detenidos de ETAm justifica el uso de las armas e impide la aceptación sin más de los llamamientos en favor de la democracia efectuados por el Gobierno de Madrid. Y es precisamente en este punto en el que sólo con dificultades puede el Gobierno francés explicar los continuos y casi imperceptibles deslizamientos de su política en lo que se refiere a los refugiados vascos de este lado de la frontera. El Gobierno español se equivoca, evidentemente, al creer que sólo se da la cuestión vasca porque la ETA aún existe. Pero ese es su problema. Las últimas elecciones en el País Vasco y el 15% de votos obtenido por la coalición que defiende a la luz del día las posiciones de los milis de ETA demuestran que el asunto es mucho más complicado. Al igualar sus posiciones con las de Madrid, bajo el pretexto de mantener buenas relaciones bilaterales, el Gobierno francés no hace más que contribuir a la confusión, confusión que, a fin de cuentas, mantiene en funcionamiento el engranaje vasco. Sin duda, el propio Gobierno francés tiene conciencia de este asunto, puesto que ha preferido, hasta el momento, expulsar a países extranjeros a los militantes y dirigentes de ETA de quienes Madrid había solicitado la extradición. ( ... ) Si en esta ocasión, por primera vez, el Gobierno se decidiese por la extradición, tal actitud supondría un grave quebrantamiento de un principio liberal y -no otra cosa significan los atentados de los últimos días- la señal para desencadenar una oleada de bombas sin duda más sangrienta.
17 de agosto
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Opinión
- Extradiciones
- Deportación
- Nacionalismo
- Coalición antiterrorista
- Cooperación policial
- Francia
- Refugiados ETA
- Comunidades autónomas
- Sentencias
- Inmigración irregular
- Política antiterrorista
- Europa occidental
- Administración autonómica
- Política migratoria
- Sanciones
- Europa
- ETA
- Lucha antiterrorista
- País Vasco
- Ideologías
- Migración
- Juicios
- Grupos terroristas
- Relaciones exteriores
- España
- Proceso judicial
- Política
- Demografía
- Administración pública
- Terrorismo
- Sociedad
- Justicia