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MÚSICA

Verona: españoles en la Arena

José Carreras y Antonio Gades han triunfado este año en la Arena de Verona (Italia) con dos, espectáculos que tienen la misma raíz, la Carmen de Bizet, y que en ambos casos parecen hechos para los artistas que interpretan la obra, uno con la voz y otro con el baile. Otros españoles presentes en ese escenario este año han sido Rafael Frühbeck de Burgos, Montserrat Caballé y Jaime Aragall. En esta crónica se traza un panorama de esa intervención española en uno de los festivales de verano de mayor prestigio de Europa.

Casi 15.000 espectadores se habían congregado ante las puertas del coliseo romano de la Arena, en Verona (Italia), algunos menos de su capacidad máxima, desafiando las inclemencias del tiempo con la esperanza de poder asistir a una noche especial: la première de Carmen y el debú en Verona de uno de los grandes tenores del presente, José Carreras. Mientras los vendedores de impermeables eran los únicos satisfechos, pues habían hecho su "ferragosto", cantantes, coro y orquesta esperaban impacientes la decisión de la organización. No llovía, pero los meteorólogos predecían una tormenta. Y la première se suspendió, destruyendo las esperanzas de un público genuino que dé paso por la bellísima ciudad del Véneto deseaba poder teñir de cultura un día de sus vacaciones.El importe de las localidades fue devuelto; la lluvia comenzó dos horas después, y público y crítica, llegados de medio mundo" se dividieron entre los que se fueron y los que demoraron su estancia en Verona para asistir, tres días después, a la segunda de las representaciones previstas de Carmen. En ese día más de 25.000 personas vivieron el espectáculo emocionante de las miles de velas encendidas iluminando las gradas del teatro, cuyos únicos cuatro restos de la arcada superior se recortaban en el cielo, sugiriendo un esplendor pasado que era ahora renovado de forma diferente. Todos se sentían un poco ciudadanos del imperio romano hasta que los primeros acordes de la ópera de Bizet les devolvieron a la realidad: a unos les embargó la nueva emoción de la música; otros, los menos, se sintieron chasqueados con una orquesta desajustada.

Problema de la orquesta

Nello Santi, maestro prestigiado, naufragó en la dirección de Carmen. Orquesta y coros, además de sonar en muchos mornentos cada uno por su lado, no alcanzaron su habitual tónica media. La orquesta es, tras el tiempo, el principal problema en Verona. Es necesaria una agrupación numerosísima para poder obtener un yolumen sonoro aceptable en este inmenso anfiteatro abierto, lo que hace más, difícil su.ajuste, a lo que viene a sumarse el carácter no estable de la orquesta, que sólo toca unida dos meses alaño. Algunos directores logran el milagro, pero no fue éste el caso de Santi.En el reparto figuraba la amerícana de color Gail Gilmore como Carmen. La suya es una gitana de buena presencia escénica, vibrante sensualidad, pero duros matices vocales. La voz posee un color grave y un amplio caudal sonoro, pero falta la técnica que la libre de su pesadez. Garbis Boyagian demostró que la fama que le rodea en Verona es totalmente injustificada, no pudiendo con el personaje de Escamillo. Desde su inicial canción del torero evidenció la carencia de un sólido registro grave en el que apoyar esta dificil particella. Poco quedaba para salvar la première, aunque Mietta Sighele sirviese dignamente el insulso papel de Micaela, pero Carreras supo con su actuación personal convertir la noche en triunfo.

Desde que cantó por primera vez el papel de Don José, precisamente en Madrid, hasta hoy, ha ganado el person aje en madurez e impostación vocal. Si entonces, con el papel al límite de sus posibilidades, hubiera sido temerario cantarlo en un recinto como éste, lo cierto es que.en Verona, tras varios días de descanso forzado, la voz no evidenció fatiga alguna en ningún registro, permitiéndose además matices en pianos inusitados en un teatro cubierto. Desde su entrada hasta el vibrante final, un modelo de musicalídad, belleza y arrojo vocal, reconocido unánimemente por la crítica presente. Sólo hay hoy día otro Don José equiparable, el de Plácido Domingo, sofisticado y heroico frente al primitivo y desesperado de Carreras. Por eso en 1985 se repartirán su presencia en las múltiples Carmen que se avecinan. La escenograrla de Mauro Bologniní aportó otro punto positivo.

La voz de Aragall

Otro español triunfó en Verona: Jaime Aragall, en la Tosca de Puccini. La voz de Aragall continúa siendo quizá la más bella de cuantas existen; lástima que sus caracterizaciones pequen de superficialidad, y su línea de canto, de ausencia de contratación. Sin estos defectos, y con un mayor temple, sin duda habría hecho una gran carrera. En el papel de Cavaradossi cantó con gusto y alcanzó un gran éxito. Eva Marton, una de las grandes sopranos del presente, encarnó una Tosca poco convincente escénicamente, pero interesante en lo vocal, e incluso se vio obligada a bisar el Vissi d'arte. Los puntos negativos de la noche vinieron de la mano de la orquesta y la escena. Daniel Oren dirigió casi tan desafortunadamente como Santi en Carmen, y la regiduría de Bussotti no prestó atención a los sucesos musicales a la hora de efectuar los movimientos escénicos. En medio de todo ello hubo disparates en cada acto: en el primero, los decorados sugieren una igles ¡a con la Fontana de Trevi en su interior, y durante el tedéum hay algo parecido a la concentración de mozos y mozas en la verbena de la Paloma para asistir a un desfile de modelos religiosos; en el tercero, un rebaño de ovejas enormes salta por el escenario balando al son de las notas del amanecer romano.Verona, al margen del exclusivo espectáculo de la ópera en la Arena, ofrece muchas actividades musicales durante agosto, en las que este año participan varios españoles famosos: Antonio Gades, con su compañía en Carmen; Rafael Frühbeck de Burgos, dirígiendo a la London Symphony Orchestra, y Montserrat Caballé, que brindó un aplaudidísimo recital benéfico con un precioso y nuevo programa.

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