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La campaña electoral concluye en Córcega sin que se registren atentados terroristas

La campaña electoral concluyó ayer en Córcega sin que haya que registrar ningún atentado terrorista, gracias a la tregua declarada por el Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC), que concurre a los comicios del próximo domingo a través de su soporte político, el Movimiento Corso para la Autodeterminación (MCA).

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Esta campaña ha demostrado que el nacionalismo está estancado, si no en declive. El fracaso de la primera Asamblea legislativa, elegida en 1982, ha hecho pensar que los corsos, por ahora, encuentran más cómodo su juego político antiguo, el de los clanes.Los pronósticos no ofrecen un ganador claro. Las principales incógnitas de cara al futuro radican en la posibilidad de que la extrema derecha entre en la Asamblea regional de la isla, y en los resultados que puedan obtener todos los nacionalistas, separatistas o los autonomistas de Edmond Simeoni, a quienes se les augura un leve descenso respecto al 10% que obtuvieron en 1982, y que se consideró como un éxito.

Los nacionalistas insisten en que están "más fuertes que nunca", tal como declaró Yves Stella, portavoz del MCA, pero, de momento, eso no lo han dicho nunca los electores, ya que es la primera vez que este partido acude a una elecciones generales.

El caso de la extrema derecha es diferente. En los recientes comicios europeos obtuvieron el 17% del electorado en el conjunto de Córcega y el 23% en varias ciudades importantes, como Ajaccio.

Ahora, algunos sondeos que se conocen de manera más o me nos creíble colocan a la extrema derecha al borde de lo que sería un fracaso para ella, es decir, en la frontera del 5% del electorado que es el mínimo exigido para entrar con algún diputado en la Asamblea de 61 miembros que será elegida el domingo. Cualquier pronóstico sería arriesgado, y máxime en este caso, que va a revestir una relativa importancia en el plano nacional. Sobre el fenómeno Le Pen (líder del partido de extrema derecha Frente Nacional), es decir, sobre el renacimiento de la extrema derecha en Francia, se ha especulado en dos direcciones.

Para unos, se trata del último coletazo del fascismo, propiciado por los errores y triunfalismos del Gobierno socialista al inicio de su gestión, y su consagración se realizó a costa de una elección extranjera como lo fue la del pasado mes de junio para el Parlamento europeo.

Por el contrario, para otros, la extrema derecha de hoy no tiene nada que ver con el fascismo, el nazismo o el franquismo; es un movimiento de derecha cuyo discurso duro responde a una fracción de la sociedad francesa que se mantuvo silenciosa durante los últimos decenios, cuando la cultura dominante fue la izquierda prosoviética. Córcega va a ofrecer precisamente la demostración de lo que representa el fenómeno Le Pen si no martiene más o menos el 17% que consiguió en las europeas.

Mañana, al término del escrutinio, empezará el baile de las alianzas, porque nadie se presenta como ganador. El objetivo es conseguir un parlamento con una mayoría estable que borre el recuerdo de la primera Asamblea, incapaz de gobernar, de frenar el terrorismo, de exigir más medios financieros al Gobierno central y de mejorar la situación económica.

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